Por: María Eugenia Molina. Ph.D.©
Experta en Comunicación Estratégica/Docente Universitaria
Con este titular no hago alusión al éxito salsero de la orquesta colombiana Guayacán, me refiero a la acción de transmitir mensajes sin que, para ello, sea necesario pronunciar una palabra, mucho menos una larga explicación; la comunicación no verbal es el proceso comunicativo gracias al cual transmitimos nuestros pensamientos y sentires por medio de gestos, miradas, proximidades, tonalidades, entre otras muchas maneras, esta forma de comunicación es constante y se manifiesta durante el desarrollo de nuestros actos cotidianos.
La importancia de esta comunicación radica, precisamente, en el peso porcentual que tiene sobre la comunicación verbal, 70% la primera y 30% la segunda, es el aproximado al que han llegado los consensos académicos que estudian este tipo de comunicación, en otras palabras, la no verbal es la que más información transmite de manera permanente; la comunicación no verbal innata en los seres humanos y que no había sido estudiada de manera detenida, cobra importancia debido a que, como seres comunicativos que somos, expresamos nuestros pensamientos y emociones la mayor parte del tiempo, pero no necesariamente de modo verbal.
Aunque inicialmente su enfoque estaba dirigido a los niveles directivos de las organizaciones, hoy se va abriendo a los funcionarios en general, a los estudiantes y a todas las personas que interactúen con los públicos, pues la comunicación no verbal nos ayuda a desarrollar nuestras habilidades sociales, de negociación, liderazgo, atención al público, mejor desempeño en entrevistas laborales y en el día a día; también existen mecanismos mediante los cuales esta parte de la comunicación nos permite detectar indicios de mentiras, inclusive en algunos países europeos es utilizada por personal policial formado en este ámbito para detectar actividades penadas por la ley.
Esta forma de comunicación está relacionada directamente con las emociones, por ello, aunque no digamos una sola palabra, cada una de las expresiones de nuestros cuerpos está diciendo algo; las miradas, la postura, la forma de vestir, los colores que usamos, el peinado que tenemos, la manera de sentarnos, todo comunica, y el silencio, muchas veces, comunica más que un largo discurso. El filósofo francés Pierre Thuillier, a este respecto expresó lo siguiente: “Lo que no se dice, lo que no se escribe, lo que no se expresa, tiene ciertamente tanta o más importancia, que lo que se dice, se escribe o se expresa”.
Cada momento del día emitimos miles de señales y comportamientos no verbales de varios tipos, así tenemos: la comunicación paralingüística que representa todas las cualidades no verbales de la voz como tono, timbre, velocidad con la que se habla.
La comunicación proxémica que tiene que ver con el uso del espacio personal que hace nuestro cuerpo, es decir, las relaciones de proximidad o alejamiento, esa distancia o cercanía física que tenemos para dirigirnos a otras personas.
La comunicación kinésica que constituyen los gestos y la postura corporal que usamos, generalmente, para enfatizar o apuntalar lo que estamos expresando verbalmente.
Para que la comunicación fluya, logre su objetivo de transmitir y que el mensaje sea correctamente interpretado, es necesario que, tanto lo verbal como lo no verbal, se encuentren en sintonía, de lo contrario puede llegar tergiversado a nuestro interlocutor, para ello es fundamental evitar dar señales contradictorias; por ejemplo, si alguien trabaja en atención al cliente y le da un saludo de bienvenida, pero sin quitar la mirada de la pantalla del computador, no está acompañando su discurso con su comunicación no verbal; no se trata de anular nuestras expresiones, sino de apoyarnos en ellas para enfatizar el discurso, mostrar una mirada franca, una sonrisa gentil es la mejor manera de poner en sintonía nuestra comunicación verbal con la no verbal.
Cómo leer el lenguaje no verbal
Aunque no existe un indicador de conducta infalible para detectar una mentira; las investigaciones demuestran que, cuando una persona miente reduce drásticamente la utilización de gestos, que no miran a los ojos, o al contrario, sostienen demasiado la mirada, pestañeo excesivo, tensión en la mandíbula, ceño fruncido, tocarse continuamente la cara, detener la respiración., entre otras señales. Cada una de estas expresiones deberán ser analizadas en su contexto.
Cuando se trata de personajes públicos, como presidentes, altas autoridades, artistas, la atención de la gente y la prensa está puesta en sus expresiones y comunicación no verbal, que denota, muchas veces, bastante más que lo que dicen verbalmente, recordemos a Donald Trump y sus frecuentes contradicciones entre su comportamiento verbal y no verbal, o las miradas cómplices de Angelina Jolie y Brad Pitt negando una relación sentimental mientras rodaban la película Sr. y Sra. Smith, solo por citar dos ejemplos.
De allí que es fundamental que los líderes, autoridades, candidatos, figuras públicas, funcionarios que hacen atención al público y todos quienes busquen mejorar su modo de llegar a sus interlocutores se asesoren en estos temas y de esa manera amplíen sus posibilidades de posicionar su mensaje con claridad y en sintonía entre lo que dicen y lo que denotan.
MEM.
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