Por: Héctor Calderón
Tras la obscuridad en la que se manejó la comunicación durante los gobiernos de Moreno y Lasso, hoy las autoridades locales de Quito y Guayas han logrado reivindicarla, generando conexión, cercanía y confianza, primero con los electores y ahora con los mandantes.
La comunicación política requiere de varios elementos para ser exitosa. Entre ellos, debe estar cimentada en la gestión, sostenida por la confianza y credibilidad, y proyectada por el mensaje y los canales apropiados y oportunos.
Un ejemplo de esto es lo que está realizando el alcalde de Quito, Pabel Muñoz. Su estrategia comunicacional no ha cambiado desde la campaña. Esta conexión que logró con los votantes hoy la ha trasladado a la gestión municipal y, esto, ha generado cercanía, frescura pero también liderazgo, compromiso y hasta esperanza. Indudablemente, todo esto tendrá que sostenerse en la gestión. Los quiteños no se han caracterizado precisamente por su paciencia, por lo que el alcalde y su equipo deberán empezar a mostrar resultados, deberán dar el paso del “vamos hacer” al “lo estamos haciendo”; paso que, por ejemplo, nunca lo dio Guillermo Lasso.
Otro ejemplo de manejo comunicacional es de la prefecta del Guayas, Marcela Aguiñaga, quien inclusive antes de ser candidata ya manejaba un estilo que lo aplicó en campaña y ahora lo refrenda como autoridad electa. Su estilo genera cercanía, decisión y acción. No se la ve solo sentada tras un escritorio sino siempre en actividad, ya sea en temas personales o los relacionados a la prefectura.
¿Qué hacen de diferentes estas autoridades? Lo primero es que no hay un cambio entre lo que mostraban antes de ser electas y lo que enseñan hoy. Para generar confianza, hay que ser y parecer. Muñoz y Aguiñaga son consecuentes con sus mensajes, usan la bicicleta, van en transporte público, reciben a los ciudadanos en sus despachos, hablan con claridad y sinceridad cuando algo se va a demorar o no se puede hacer. El resultado de esto: Credibilidad.
Casi siempre, en la gestión pública se culpa de todo a la comunicación, cuando el problema está en las autoridades y lo que hacen o dejan de hacer. Más allá de ideologías o filiaciones políticas, es importante destacar cómo cuando una autoridad, un equipo de trabajo, tienen claro el camino a seguir, la comunicación es oportuna y eficaz.
El desafío para estas autoridades, y todas en general, es mantener esa credibilidad, no perder la conexión con la ciudadanía y sus públicos, y, principalmente, cumplir su palabra.
Opinión en Primera Plana.