Por: María Eugenia Molina. Doctora Ph.D. en Comunicación. Consultora y académica
A poco de que el Ejecutivo termine su mandato por adelanto de elecciones, existen autoridades que todavía no terminan de entender, la importancia que tiene la comunicación como uno de los ejes centrales de su gestión, máxime en momentos de convulsión y crisis, lo mínimo a lo que la población aspira es a información actualizada, seria, completa que le dé algo de certezas, en medio de la inseguridad y el azote delincuencial en el que vivimos.
Cuando la imagen y la credibilidad del mandatario caen a cifras que no tienen precedentes, porque la incapacidad e improvisación con la que se ha manejado el gobierno nos ha sumido en la más aterradora de las crisis de inseguridad, lo menos que esperamos es conocer cómo se afrontarán los últimos 4 meses de gobierno, qué es lo que sucede ahora, cuál es la realidad con cifras que no se contradigan entre una entidad y otra, entre una autoridad y otra, lo mínimo que debemos tener como ciudadanos de un país que se desangra es eso, pero contrariamente, lo que tenemos son datos erráticos, silencios prolongados, información a destiempo y, claro, miedo, incertidumbre e inseguridad.
Parece que poco o nada importan en los estamentos gubernamentales, estos sentires de la población, tal vez, porque no se asume que la imagen política es una construcción que parte desde el significado etimológico de la comunicación -poner en común- y que se robustece con políticas, estrategias, tácticas y acciones encaminadas a trabajar de modo congruente el discurso con la gestión, donde el valor de la comunicación esté, precisamente, en desarrollar políticas pensadas para la gente.
Cuando no hay esta coherencia y lo que tenemos son imágenes desgarradoras de asesinatos, cárceles llenas de armas, ciudadanos amenazados que deben cerrar sus negocios y hasta salir del país en un intento desesperado por salvar sus vidas; mientras que quienes están en el poder buscan justificar lo injustificable, pretendiendo encontrar excusas y culpabilizar a otras funciones del Estado, a rivales políticos, a quién sea, no es difícil notar que, ni el manejo político, ni el de la seguridad, ni el manejo de la comunicación han sido los que el país requiere.
La comunicación es poder, la palabra al igual que el silencio, comunican, pero en momentos de crisis, la comunicación debe ser clara, directa, los mensajes deben ser congruentes con las acciones, pero a estas alturas del partido y con el Ecuador en un estado de intranquilidad permanente, no es de esperar que se dé un giro que no se ha logrado en 26 meses de gobierno; hubiese esperado, al menos, algo de coordinación y de acciones comunicativas claras, pero es cierto también, que la gestión y la comunicación son dos caras de una misma moneda, desde ello, se comunica como se gobierna.
Mientras el país sigue en la escalada de violencia, mientras la inseguridad no es percepción, si no realidad, mientras se cuentan muertos en las prisiones y en las calles de las ciudades; tal vez en el gobierno se han preocupado de un tema que cada día está más cercano y que requiere atención, me refiero al fenómeno de El Niño y lo que ello implica para la ya alicaída economía de las familias ecuatorianas, como vemos, a la situación de inseguridad, se añaden otros elementos y variables que no sé si están en el radar de las autoridades y de los candidatos, que deberían tener sus planes y estrategias para cada uno de estos problemas que son con los que deberán lidiar en los próximos 18 meses quienes logren la victoria en la contienda electoral.
La opinión de María Eugenia Molina.