Por: María Eugenia Molina. Doctora Ph.D. en Comunicación. Consultora, académica
Los sucesivos actos de violencia por los que ha pasado en esta última semana nuestro país dan cuenta de un fenómeno creciente que se inició años atrás y que, cada vez más, convierte al Ecuador en un territorio de disputas entre bandas delictivas que operan, según los entendidos en materia de seguridad, en conjunto con cárteles de varias latitudes, lo cual agrava la situación en el territorio ecuatoriano.
Desde la fuga de reos considerados de máxima peligrosidad, pasando por retención de guías penitenciarios, explosiones de autos y puentes peatonales, asesinatos, balaceras, toma de un canal de televisión nacional, entre otros, han marcado la semana a lo largo del territorio nacional con violencia y crueldad, lo que en mayor o menor medida nos afecta a todos quienes habitamos el país, a nuestros familiares en el exterior que ven con angustia y dolor lo que pasa en la patria a la aman y que miran estupefactos a través de los noticiarios o las redes sociales como se enreda en una espiral de violencia.
De ser de los países más seguros, pasamos al deshonroso lugar de ser considerado el más violento de la región, esto según la Tasa de muertes violentas por cada 100.000 habitantes; las extorsiones, la cooptación de personas, sobre todo jóvenes de sectores deprimidos de la economía, para formar parte de los grupos de delincuencia organizada, pero también estas estructuras han permeado en la institucionalidad del Estado lo cual nos pone en jaque como sociedad; pero, frente a ello, es importante analizar cómo se está manejando la comunicación tanto a nivel del gobierno cuanto de los medios.
En crisis, sobre todo una como la que enfrentamos, es claro que la población busca mantenerse informada, en ese contexto la comunicación gubernamental ha ido de menos a más, del inicial silencio, pasando por voceros que por la gravedad de la temática no debieron tener esa tarea, en los últimos días el presidente de la República ha tomado su papel de vocero ante la crisis, con algunos yerros, pero lo ha ido haciendo y eso es bueno dado el peligro que implica para el país entero, no así de parte de algunas de las entidades públicas que tienen que ver con la seguridad que no generan la información con la claridad e inmediatez que requiere el momento.
Recordemos que uno de los más graves errores en momentos de extrema tensión es no comunicar o delegar a otros esa responsabilidad, la crisis demanda liderazgo y autoridad; pero, además requiere de medios de comunicación tanto tradicionales como digitales y periodistas comprometidos con su trabajo, con la sociedad y fundamentalmente con el cumplimiento de los principios deontológicos de la profesión, el rigor, la verificación, la contrastación, los cuales deben ser mucho más precisos en estas circunstancias.
El compromiso con la información y con la sociedad valen más que la primicia y aunque la inmediatez es la impronta de las redes sociales, es la responsabilidad ulterior la que debe privilegiarse en medio de la avalancha de información. Al mismo tiempo hay que reconocer y felicitar a medios y periodistas que se apegan a las premisas del oficio y se toman su tiempo antes de publicar, porque más que informar primero es hacerlo con la seguridad de lo que se dice.
Otros actores importantes cuando la tensión es la constante son los gobiernos locales, quienes por su cercanía con la población son los llamados a fomentar una cultura de servicio, es verdad que la responsabilidad primigenia en materia de seguridad es del Estado central, pero dentro de sus competencias la autoridad local tiene mucho que aportar a sus ciudadanos, como lo hemos visto con algunos alcaldes y prefectos que se han unido para apoyar los esfuerzos y dar información permanente acerca de lo que sucede en sus jurisdicciones.
Planificar, desarrollar y controlar el sentido de oportunidad de los mensajes y de la información en general que se difunde mediante los canales apropiados hace una gran diferencia, mantener la confianza, cercanía y credibilidad es clave en momentos de crisis, así también realizar trabajo conjunto y coordinado con el gobierno fortalece los liderazgos tan importantes en estas circunstancias.
La opinión de María Eugenia Molina.