Por: Héctor Calderón
Ya resulta cansino y deprimente el discurso de varios políticos, periodistas y empresarios en los que echan la culpa de todo al Estado que, según ellos, es obeso e ineficiente.
¿Cuándo hablan de obeso? Sabrán que un porcentaje importante de los servidores públicos está en los campos de la salud, la educación, la seguridad, la atención ciudadana. Es fácil hablar desde los privilegios cuando la realidad de la mayoría de la población es diferente.
¿Sabrán que, en el Ecuador, por ejemplo, uno de cada diez jóvenes de zonas rurales accede a la Educación Superior? ¿Sabrán que, en país, según el último reporte del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), 4,9 millones de personas están en el umbral de la pobreza?
Este es simplemente un ejemplo de como un Estado ineficiente genera condiciones de inequidad y exclusión. Cuando hablan de tamaño del Estado, están hablando de reducir, aún más, las oportunidades de familias que no tienen acceso a educación, salud, empleo, servicios básicos. La ausencia del Estado ha provocado que la población encuentre esas oportunidades en otros espacios, por ejemplo, las pandillas, la delincuencia, las bandas criminales. Si un joven no va al colegio o no puede estudiar en la universidad, si los padres no tienen empleo, no tienen ingresos; buscarán sobrevivir de cualquier forma, y ahí es donde el crimen organizado ha encontrado su espacio.
El problema no es del Estado per se, el problema es de la negligencia, incapacidad e irresponsabilidad de quienes lo han administrado en los últimos años. Los gobiernos de Moreno y Lasso desbarataron las capacidades del Estado para atender las necesidades de la población, redujeron las asignaciones para educación y salud, priorizaron pagos externos y aumentaron la deuda a los GAD y universidades, precarizaron los servicios.
La única forma de generar equidad en el Ecuador es que el Estado tenga la capacidad de brindar oportunidades para todos y todas. Las medidas emergentes para combatir el crimen organizado son eso, emergentes; pero sí no se ataca de raíz al problema, en poco tiempo volveremos a vivir lo mismo.
Necesitamos un Estado fuerte y eficaz. No sigamos con el mismo discurso egoísta y básico, todos merecemos tener las mismas oportunidades.
La opinión de Héctor Calderón