Por: Héctor Calderón
La inauguración del Metro de Quito significó un punto de quiebre en el ánimo e identidad de los quiteños y quiteñas. A partir de allí, a pesar de los problemas de inseguridad, la ciudad ha ido recuperando su ritmo, su brillo, su orden, identidad y liderazgo. Mucho ha tenido que ver la gestión del alcalde Pabel Muñoz, de su equipo y del Concejo Metropolitano para sacar a la capital del estancamiento en que la dejaron los 8 años de improvisación, corrupción y negligencia.
Desde el “no más multas e impuestos”, Quito había perdido su ritmo completamente. La ausencia de autoridad pública, de planificación; había hecho que el Municipio dejé de cumplir su rol y se convierta en un objeto de vanidades personales. Hoy, para quienes votaron y no votaron por él, ha quedado claro que frente a la administración de la ciudad está alguien honesto, que conoce la ciudad, que sabe de planificación y que tiene visión de ciudad. Tal es así que, más del 60% de quiteños aprueba, en la actualidad, la gestión de Muñoz.
¿Es suficiente? Claro que no. Todavía falta mucho por hacer, pero, justamente, para ello se requiere estabilidad y trabajo. A Quito le ha costado, y mucho, salir del oportunismo como para que hoy llegue un nuevo Guarderas a tratar de pescar a río revuelto. No se trata de defender ilegalidades o actos de corrupción, porque en ese caso la justicia debería actuar; pero sí se trata de señalar a quienes desean generar inestabilidad, a quienes sin tener ninguna representatividad buscan hacer daño a Quito, no a un político, a un movimiento; sino a la capital del Ecuador.
La capital tiene necesidades urgentes. La movilidad, manejo de desechos, la recuperación del espacio público, el comercio autónomo, el impulso al empleo y el desarrollo productivo, la reactivación turística, el revertir las condiciones de inequidad, son algunos ejemplos de lo que la actual administración municipal debe resolver. Todos estos temas requieren soluciones estructurales, con una visión de ciudad de futuro, que nos lleve a vivir en una urbe sustentable, segura e inclusiva.
Basta de oportunismos y odios. La sensación de orden y liderazgo está nuevamente latente en el municipio capitalino, por lo que la capital no puede perder más tiempo.
Quito requiere estabilidad y trabajo.
La opinión de Héctor Calderón