Por: Héctor Calderón
Lastimosamente el presidente Noboa se empieza a parecer al nefasto Guillermo Lasso. El primer envión de su plan Fénix fue similar al exitoso proceso de vacunación que tuvo Lasso. Pero, esa primera aceleración tiene una frenada abrupta cuando los problemas cotidianos quedan desatendidos.
Los números no mienten y a Daniel Noboa le está pasando factura el creer que tener a los militares en las calles era suficiente. En algún momento, todos, o la mayoría, lo creímos. Pero la realidad es otra. El control de las cárceles y las calles ha sido pasajero, la violencia vuelve a recrudecer con secuestros, robos violentos, balaceras, sicariatos y magnicidios. Tanto es así, que la comunicación de este gobierno ha tenido que recurrir a la misma estrategia de Lasso: mostrar a un presidente con casco, chaleco y aparente posición de liderazgo en fotografías y vídeos que se asemejan a un tráiler de película de acción.
Para quienes viven en la burbuja esto será suficiente, pero para la mayoría será un reflejo del desconocimiento, la improvisación y la apatía. Hace unas semanas decíamos que era difícil que Noboa pierda la consulta popular, pero la política ecuatoriana es tan volátil que, hoy, ya no podemos asegurar eso. Mes a mes los números de Noboa decaen y eso que todavía no entra en vigor el alza del IVA.
A Noboa le pasa lo mismo que a Lasso. No hay quien más de la cara, no hay vocerías fuertes en su Gobierno y muchos de sus ministros han demostrado no estar a la altura. No hay que olvidar que el presidente llegó a Carondelet sin una estructura política propia y ha quedado demostrado que tampoco llegó con un plan claro.
Ecuador vio, por un tiempo, la aparente luz al final del túnel, pero este espejismo se ha ido desvaneciendo por el recrudecimiento de la violencia, la crisis económica, la improvisación de varios sectores del Gobierno y la desconexión de la imagen gubernamental con la realidad del país.
Las alianzas logradas en la Asamblea, todavía sin saber a qué costo, no han sido suficientes. En pocos días sube el IVA y seguramente eso afectará al bolsillo de la mayoría de los ecuatorianos, pues, por más que digan lo contrario, los precios se dispararán y, tarde o temprano la gente se molestará.
Si el discurso desenfadado, “conciliador”, light del presidente Noboa no se traduce en beneficios cotidianos para los ecuatorianos, los números seguirán en picada. De eso ya se han dado cuenta y por ello el cambio en la imagen del mandatario, pero quitarle las gafas no será suficiente.
Veremos…
La opinión de Héctor Calderón