Por: Héctor Calderón
Ahora resulta que las denuncias de tráfico de influencias por la construcción del proyecto inmobiliario Echo Olón son parte de una campaña sucia. Es increíble como Daniel Noboa juega al papel de víctima y cual estratega de “House of Cards” sacrifica a sus ministras para salvaguardar su imagen y, en este caso, a la de su esposa, Lavinia Valbonesi. Primero fue Andrea Arrobo, ex ministra de Energía, quien fue señalada como la culpable de la crisis energética que vive el país. Ahora, toda la responsabilidad del caso de Olón recae sobre Sade Fritschi, ministra de Ambiente.
Pero la realidad es que, tanto en el caso hidroeléctricas como en el caso Echo Olón hay más responsables. En el tema del proyecto inmobiliario aparecen los nombres del círculo más cercano del presidente Noboa. Los hechos nos demuestran que todo ha sido fríamente calculado. La empresa pasó de manos de Noboa a manos de Lavinia. La asesoría legal la brindó Mónica Placencia, los estudios geotécnicos del proyecto los hizo Roberto Luque, los permisos legales los otorgó Niels Olsen, los permisos ambientales Sade Fritschi y, para cerrar el círculo, se redujo el IVA en la construcción.
¿Por qué el revuelo? Porque además de mover la estructura del Estado para beneficiar a un negocio privado de la esposa del presidente, Olón es parte del Sistema nacional de áreas protegidas, al menos lo era hasta hace un par de días, cuando desapareció, misteriosamente de este registro. Para que un proyecto como Echo Olón se pueda desarrollar en una zona protegida, la ley determina que la constructora gestione una licencia ambiental, un estudio de impacto ambiental y se realice la socialización con la comunidad.
En el caso del proyecto inmobiliario de Vinazin S.A, de la cual Lavinia Valbonesi, esposa del presidente Daniel Noboa, es accionista mayoritaria, no se realizó este proceso, inclusive, en vez de la socialización el Gobierno decidió cercar Olón con militares y policías. Las fuerzas del orden, con recursos públicos, protegen no solo un negocio de privados, sino un negocio de la familia y amigos del presidente Noboa.
Ahora entendemos la campaña de Carondelet cuando Lavinia Valbonesi hablaba del “man que resuelve”, y en este caso, ya serían los manes que resuelven para que su proyecto se desarrolle en un área protegida.
Señor presidente, esta no es una campaña sucia; es una denuncia por utilizar al Estado para beneficio personal y familiar. El nuevo Ecuador es solo una pantalla porque, cada vez, está más claro que todos llegan al poder para beneficiar sus intereses y el de su círculo más cercano. Increíblemente lo mismo pasa con banqueros y empresarios millonarios quienes, creíamos, ya no tenían necesidad de aprovecharse del Estado.
Ahora el Ecuador necesita “una man que resuelva” y ojalá la Fiscalía actúe con celeridad y transparencia en este caso, que incluye tráfico de influencias y afectaciones a zonas protegidas.
Como siempre, veremos.
La opinión de Héctor Calderón