Por: Tatiana Sonnenholzner, especialista en comunicación digital
(A menos que vivas en Ecuador y las irregularidades e injusticias solo importan depende quien las ejecutó)
Quien no es un migrante es hijo, nieto, sobrino de uno… quien se cree que no es migrante es porque no conoce su historia y por lo tanto no sabe de su vida. Yo soy una, hace 3 años que salí de mi país. Fue por decisión propia. Un lujo para quienes muchas veces están forzados a hacerlo para vivir con un poco más de dignidad, para intentar construir un presente mejor para sus futuras generaciones o para tener las oportunidades que en el lugar donde fueron paridos están ausentes.
Hay ecuatorianos que se van porque no hay garantías y hay ciudadanos que van a Ecuador porque, pese a eso, son mejores que las que tenían. Hay quienes se van porque quieren y hay quienes se van porque ya no pueden y en regímenes doble moral, corruptos e improvisados, hay quienes se van porque su visa es denegada sin ninguna razón más que el uso arbitrario del efímero poder de quien está temporalmente. Como en el caso de la periodista Alondra Santiago.
La decisión que ha tomado el Gobierno no es un acto inmaduro para callar una voz, es un golpe bajo que no solo arremete contra su rol de comunicadora, sino también trata de desestabilizarla por varios frentes. Porque ese documento que le negaron, para un migrante que construyó su vida en otra patria, es su vida. Es la evidencia de que el esfuerzo, la rabia, el frío, reconstruirse, adaptarse y resistir valieron la pena. Es la llave que abre la puerta de su hogar donde están sus pertenencias, memorias y tesoros. Es el cable que conecta con sus amigos, pareja y familia. Es la garantía de qué, aunque no naciste en ese lugar, perteneces a algún lugar.
Argumentos que para quien reacciona con la parte del cerebro reptiliano no existen. Pese a eso, por su cargo, está en el derecho de tomar esa decisión. Sin embargo, hacerlo en secreto y promoviendo el odio en un país que odia es más que injusto.
Sr presidente le invito a que transparente la información, a que se sincere por primera vez, si es tan grave lo que hizo una mujer migrante es nuestro derecho como ciudadanos conocerlo para así apoyar y aplaudir su postura y volver a confiar en que quiere lo mejor para el país, pero sí es parte de un resentimiento personal y una venganza basada en que los otros también lo hicieron y nadie dijo nada, tenga por seguro que su plan de ser el cambio quedará en sus deseos y grupos de WhatsApp, porque la realidad será el eterno ridículo y la condena social.
La opinión de Tatiana Sonnenholzner.