Por: Héctor Calderón
La situación política del país no ha cambiado. Desde hace varios años nos han ofrecido el encuentro, hoy un nuevo Ecuador; pero, al final, la realidad es que continuamos polarizados, divididos y enfrentados en un escenario cada vez más violento, egoísta e incoherente.
¿Qué nos espera el 2025? Lo mismo que el 2021 y el 2023. Una elección en la que, otra vez, nos pondrán entre la espada y la pared. Tendremos una campaña en la que el clivaje “correísmo” – “anticorreísmo” será el centro del mensaje, una campaña en la que unos nos dirán que la mafia son los otros, y los otros nos dirán que la mafia siempre han sido los unos. Una campaña en la que, nuevamente, nos compararemos con otros países y tratarán de infundirnos miedo diciendo que vamos a ser como tal y cual país.
En el medio de este discurso de odio y división, los problemas del país están sin solución. La delincuencia no da tregua, las bandas criminales cada vez ocupan más territorio y llegan a poblaciones en las que se vivía una aparente tranquilidad. Por ejemplo, en Quito son cada vez más comunes los secuestros y casos de sicariato. Ya no es algo que vemos solo por la TV o las redes, la inseguridad ya la palpan todos los ecuatorianos. Y no se diga el tema de salud, educación y desempleo. Las prioridades de los políticos están en otros temas.
Las últimas encuestas, publicadas por varias empresas que realizan sondeos de opinión, coinciden en que los ecuatorianos no confían en nadie. Las cifras de credibilidad de las instituciones son bajísimas y no se diga la de partidos y movimientos políticos. La gente, simplemente, ya no les cree.
Pero en este escenario de desesperanza y apatía sobreviven quienes viven del odio y la división. En esas mismas encuestas, los nombres que lideran la intención del voto son quienes, justamente, representan la polarización correísmo – anti correísmo.
¿Qué nos espera en el 2025? Más de lo mismo. Más polarización, más división, más odio. Eso es lo que les mantiene vigentes a unos y nosotros. Lastimosamente, mientras no superemos esto, nada cambiará en el Ecuador.
La opinión de Héctor Calderón