Las campanas de Notre Dame en París volvieron a sonar este sábado, 7 de diciembre, cuando la icónica catedral reabrió sus puertas tras cinco años de intensos trabajos de restauración, realizados a raíz del devastador incendio que sufrió en 2019.
La ceremonia inaugural, de carácter religioso, fue presidida por el presidente francés, Emmanuel Macron, y el arzobispo de París, Laurent Ulrich, quien golpeó las puertas con su báculo.
Esta noche, juntos, podemos compartir el júbilo y el orgullo”, proclamó Macron en un breve discurso.
Macron manifestó también la “gratitud” a los bomberos que salvaron la catedral del gravísimo incendio de abril 2019, que hizo temer la ruina completa del templo, y a todos los que han trabajado en su reconstrucción, antes de “devolverla a los católicos, a París, a Francia y al mundo entero”.

Al evento asistieron destacadas personalidades, entre ellas el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, así como decenas de celebridades y figuras políticas.

La causa del incendio continúa en incógnita. A pesar de los extensos esfuerzos, dinero e interés, las autoridades aún no han identificado el origen del siniestro.
Las teorías iniciales sugerían un cortocircuito eléctrico, posiblemente vinculado a trabajos de renovación en curso, pero no se ha establecido una causa definitiva.
Desde su construcción en el siglo XII hasta el devastador incendio de 2019, Notre Dame ha sido mucho más que un templo: es un símbolo vivo de fe, arte y perseverancia.
Una obra maestra gótica
La construcción de Notre Dame comenzó en 1163, durante el reinado de Luis VII, y se extendió por casi dos siglos. Fue diseñada para reflejar la grandeza del cristianismo medieval y la innovación arquitectónica de la época. Sus arbotantes y bóvedas de crucería permitieron levantar muros altos y delgados, iluminados por vitrales que narran pasajes bíblicos con un esplendor multicolor.
Entre sus elementos más icónicos destacan las gárgolas, que no solo tienen un propósito decorativo, sino también funcional, al actuar como desagües para la lluvia. Su famosa aguja, diseñada por el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc en el siglo XIX, se convirtió en un emblema del perfil parisino hasta su colapso en el incendio de 2019.
El incendio de 2019
El 15 de abril de 2019, el mundo miró con horror cómo las llamas envolvían la catedral. El incendio destruyó su techo de madera, conocido como “el bosque” por la antigüedad de sus vigas, y derribó la aguja. Aunque gran parte de la estructura permaneció en pie, incluyendo las icónicas torres y el rosetón central, el desastre marcó un antes y un después en la historia de Notre Dame.
Resiliencia y reconstrucción
Tras el incendio, se lanzó un ambicioso proyecto de restauración, con el objetivo de devolver a Notre Dame su gloria anterior para el año 2024, en coincidencia con los Juegos Olímpicos de París. Miles de artesanos, arquitectos y expertos en patrimonio trabajaron incansablemente para reconstruir la catedral, utilizando técnicas modernas y tradicionales.
Uno de los desafíos más grandes fue replicar la aguja y el techo utilizando materiales originales, como madera de robles centenarios. La reconstrucción también permitió descubrir detalles ocultos de la catedral, como marcas de los constructores medievales y técnicas de construcción antiguas.
Fuentes: CNN, AP, France 24,