OPINIÓN

La importancia del lenguaje | Opinión

Por: Tatiana Sonnenholzner, especialista en comunicación digital

No es lo mismo decir migrante que decir criminal. 

No es lo mismo migrar que cometer un delito.

El diccionario de la Real Academia Española lo define:

Migrar:

Del lat. migrāre.

  1. intr. Trasladarse desde el lugar en que se habita a otro diferente.
  2. Sin.: emigrar, imigrar, mudar.

Delito:

Del lat. crimen, -ĭnis ‘acusación’, ‘delito, crimen’, ‘adulterio’.

  1. m. Delito grave.
  2. Sin.:
    • delito, ilícito, falta, infracción, transgresión, fechoría.
  3. m. Acción indebida o reprensible.
  4. Sin.:
    • fechoría, delito.
  5. m. Acción voluntaria de matar o herir gravemente a alguien.
  6. Sin.:
    • asesinato, homicidio, atentado, parricidio, fratricidio, magnicidio.

Como es evidente son dos conceptos completamente aislados y diferentes, su significado no es semejante, no son palabras sinónimas, tampoco pertenecen al mismo campo semántico ni son del mismo grupo gramatical. Una vez aclarado este concepto es importante que lo recuerde y utilice adecuadamente, esa es la importancia del uso correcto de las palabras. 

Esto no se contrapone a que un migrante pueda cometer un delito, en ese caso será un hecho particular y deberá ser resaltado así. De igual forma lo puede ejecutar una persona con su situación administrativa legal o una persona con ciudadanía y pasaporte local, también deberá ser puntualizado para no caer en discriminación por nacionalidad.

De hecho, usando el ejemplo de Estados Unidos, varios estudios revelan que los migrantes cometen menos delitos que los ciudadanos norteamericanos. Charis Kubrin y Graham Ousey autores del libro “Immigration and Crime: Taking Stock”, llevan décadas estudiando el fenómeno de la inmigración y su estudio revela que el aumento de personas indocumentadas en ese país no aumenta la criminalidad. Sin embargo, en la práctica los políticos siguen usando este grupo vulnerable para encontrar un enemigo a quien atacar que disperse la atención sobre sus propias falencias.  

Lo encontraron y como si cada caso fuera el mismo lo metieron en un solo saco y, cual cargamento, lo están lanzando a sus lugares de origen sin criterio, respeto ni consideración y colocando un gran estigma en sus frentes. Si realmente nuestros líderes están preocupados por erradicar o reducir la delincuencia y la violencia, las políticas de inmigración restrictivas, inhumanas, arbitrarias y excluyentes no es el camino.

La opinión de Tatiana Sonnenholzner

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