Por Tamara Idrobo
En Ecuador y América Latina las personas nos caracterizamos por los actos de generosidad y solidaridad en nuestras vidas diarias. Estos actos se expresan todos los días cuando decidimos compartir lo que tenemos sea con personas extrañas o allegadas.
Yo he podido sentir siempre el cariño y el amor que irradian desde sus almas las personas con quienes yo interactúo. Su generosidad y solidaridad se manifiesta en lo que las personas dan y hacen para dar. Estos actos suelen ser individuales, pero las acciones colectivas son más efectivas y de mayor alcance. Para eso, se necesita de una o más personas que inspiren y que lideren procesos. Como dice aquel refrán: “Si quieres caminar rápido hazlo en soledad, pero si quieres llegar lejos, hazlo acompañada/o”.
En estos días vengo reflexionando muchas cosas que han sido compartidas en las conversaciones que he mantenido. He estado pensando constantemente sobre la actitud que tenemos las personas ecuatorianas cuando requerimos de apoyo de alguien y en cómo las acciones de generosidad y solidaridad recibidas muchas veces llegan sin que tengamos que esperar mucho.
En el trayecto del servicio de transporte que me brindó Nelson, conductor de un taxi, estuvimos amenamente conversando y me di cuenta de que en Ecuador poco se habla sobre la diferencia que existe entre ayudar y apoyar. Y es que ambos términos tienen distinta definición de acción.
Mi feminismo me ha enseñado que todas las personas tenemos la capacidad de actuar en nuestras vidas para definir y construir nuestros destinos. Sin embargo, esta construcción depende de una infinidad de factores como: la educación que recibimos, la cultura de la sociedad de la que hacemos parte, el Estado o la nación donde vivimos, las oportunidades que se nos presentan y los legados de historias familiares y sociales que nos construyen y que nos enseñan o nos hacen desaprender que, cada una/o de nosotra/os tenemos la capacidad de construir nuestro propio futuro.
Si bien existen y seguirán existiendo situaciones en nuestras vidas que requieran que dependamos de otras personas o situaciones para que podamos avanzar en nuestros caminos, existe una diferencia de actitud cuando solicitamos ayuda en vez de apoyo.
Creo que ayudar a alguien implica quitar el poder de auto gestión y auto decisión que las personas tenemos. Mi mami me enseñó a que yo no debo pedir ayuda a nadie cuando hay cosas que yo puedo hacer sola. Sin embargo, yo siempre he acudido a mis seres queridos en busca de apoyo. Es que el apoyo significa recibir orientación y guía con la intención siempre de aprender para no depender.
Sin duda alguna, creo que las personas no podemos dar lo que no tenemos, ni hacer lo que no sabemos. La vida es un constante aprendizaje y los desafíos que se nos presentan nos sirven para aprender y desaprender. También creo que en los procesos de aprendizajes mientras transitamos nuestras vidas, siempre tendremos la posibilidad de superar desafíos para alcanzar las metas que nos propongamos. Además, estoy convencida de que con esfuerzo, trabajo, compromiso e inteligencia, sabremos tomar las oportunidades que se nos presentan para superarnos. Sin embargo, muchas de estas oportunidades también se presentan porque las personas que nos rodean deciden brindarnos su apoyo, pero no su ayuda.
Cuando una persona decide ayudar a alguien, esa ayuda se transforma en lo que coloquialmente decimos en Ecuador “dar dando” o “dar haciendo”. Creo que existe una diferencia abismal entre decir: “Por favor, dame dando y dame haciendo’ a decir: ¿Podrías por favor apoyarme para que yo pueda aprender a hacer…?”
Lo mismo aplica cuando: desde donde estamos, desde lo que somos y desde lo que tenemos; decidimos brindar nuestra ayuda o nuestro apoyo a alguien. Sin duda alguna, cuando mis hijos eran bebés yo les he ayudado a caminar y en ese proceso ellos han aprendido a hacerlo. Ahora que van creciendo a la velocidad de la vida, lo que siento que yo debo hacer es apoyarles para que los caminos que ellos tomen en sus vidas sean los caminos que ellos decidan y determinen transitar. Sé que serán caminos llenos de desafíos superados y de logros alcanzados a partir de los aprendizajes que ellos vayan adquiriendo.
Ojalá la/os ecuatoriana/os nos demos cuenta del poder que tenemos para actuar y transformar nuestras realidades y ¿Sí en vez de esperar la ayuda para que alguien “nos de dando o nos de haciendo” empezamos a solicitar el apoyo que requerimos para aprender a dar y hacer? Quizá así empecemos a brindar el apoyo a otras personas en sus procesos de aprendizajes de dar y hacer… y puede que así inauguremos un círculo virtuoso de transformación y acciones colectivas