Por: Wilson Benavides, analista político
El balotaje de este domingo 13 de abril entre el candidato-presidente líder de Acción Democrática Nacional (ADN lista 7), Daniel Noboa, y la postulante de la Revolución Ciudadana (RC lista 5), Luisa González, marcará un punto de inflexión, un antes y un despúes, para nuestra frágil institucionalidad democrática.
Eso en la medida en que a la luz de los hechos concretos, queda absolutamente comprobado que la Constitución y el Código de la Democracia, no marcan los límites del comportamiento de los sujetos políticos sino que son meros documentos referenciales, reglas del juego a las que el poder de turno puede o no acogerse
La entrega de siete bonos económicos y toda clase de dádivas a diferentes sectores poblacionales en plena campaña que podría constituir una descarada estrategia de compra del voto y la decisión del Ejecutivo de no solicitar licencia para hacer campaña, realizar cuatro cadenas de radio y televisión diarias desde este 09 de abril a horas de que inicie el silencio electoral, y utilizar niñas, niños y adolescentes en sus plataformas, son apenas una nuestra de lo que el adagio popular confirma: “hecha la ley, hecha la trampa”.
Sumado a ello, la ausencia de parámetros mínimos de convivencia pacífica en entornos digitales, hace que plataformas y “medios” de comunicación virtuales se conviertan no solo en trincheras de activismo político sino, y lo más preocupante, en abiertas maquinarias de producción de odio a través de fake news, que en la vorágine que vivimos, convierten los hechos en un desierto de opiniones. Y toda opinión en la esfera pública, es en sí misma, válida, aunque sea totalmente falsa.
En este escenario, donde la realidad se diluye en la virtualidad y la política de las emociones intenta sepultar a la lógica de los argumentos, parece claro que en los comicios de este domingo serán los impulsos primarios que viven en el inconsciente colectivo de nuestras sociedades, los que guiarán la intención de voto de la ciudadanía. Reducir la contienda electoral a dos opciones irreconciliables: volver al pasado o apostar por el futuro, es entonces una operación psicológica bastante bien pensada, cuya efectividad se medirá en las urnas.
Mientras la campaña ha transcurrido en medio de abusos y omisiones flagrantes de las instituciones llamadas a controlarlos, la discusión pública se ha concentrado en la decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE), avalada por la Corte Constitucional (CC) y pedida por el Ejecutivo, de prohibir a los electores el uso del teléfono celular en el biombo de votación y a los miembros de las Juntas Receptoras del Voto durante el escrutinio. ¿Distractor o no? Usted tiene la respuesta y la decisión está en sus manos este domingo.
La opinión de Wilson Benavides