Por: Héctor Calderón
Al parecer el pacto, la tregua del gobierno de Daniel Noboa con algunos medios de comunicación y líderes de opinión ha terminado. Quedó demostrado que el único objetivo era evitar, a toda costa, el posible regreso del correísmo a Carondelet. Lo lograron, pero ¿a qué costo?
Al día siguiente de la victoria de Daniel Noboa empezó el, interminable, debate sobre la Asamblea Constituyente. Debate que tiene actores de toda índole y quienes no dijeron absolutamente nada en campaña, pero hoy son los detractores de esta propuesta del presidente. Ahora resulta que una asamblea es infructuosa y es obvio. En la crisis que vive el país, nos tocaría, a los ecuatorianos, volver a las urnas 3 veces: para aceptar ir a una constituyente, para elegir a los asambleístas y para aceptar la nueva constitución. Más allá del camino jurídico que se deba tomar, está claro que todos estos “expertos” prefirieron un silencio cómplice a que difundir sus dudas sobre la propuesta de Noboa.
Y lo mismo pasa en temas como salud y seguridad. Durante la campaña se quedaron callados. Hoy enarbolan la bandera de crítica por el pésimo servicio del sistema de salud, por la falta de recursos y previsión para emergencias como las de la tosferina y la fiebre amarilla. Hoy sí se alarman por los niveles de inseguridad y la crudeza de los crímenes, pero hace unas pocas semanas esto no les importaba, solo que no vuelva el correísmo.
Hoy intentan desmarcarse de la ineficiencia del gobierno, pero está claro que son corresponsables de lo que suceda con el país. Por si acaso, Noboa ya está más de un año gobernando, no hay tiempo para pruebas, ni el “recién empieza”. Los resultados ofrecidos deben llegar inmediatamente.
La campaña ya terminó. Cumplieron su cometido, derrotaron al correismo, ahora dedíquense a gobernar, con seriedad, con planificación, sin revanchas ni odios. Demuéstrennos que es posible un nuevo Ecuador, con equidad y justicia social; y no un nuevo Ecuador gobernado como hacienda, con odio y polarización.
La opinión de Héctor Calderón