Por: Héctor Calderón
La jornada estuvo marcado por varios detalles. El primero, y quizá el más criticable, la decisión de la bancada de la Revolución Ciudadana de no asistir al evento. Eso solo demuestra inmadurez política y una bravuconería que debe ser desterrada de la política ecuatoriana. Hay que oponerse sí, hay que fiscalizar sí; pero hagámoslo con altura, con respeto y sin revanchas.
Otro dato no menor es la ausencia de presidentes. Solo los de Perú y Colombia visitaron el país para acompañar a Noboa en el inicio de su mandato. Y aquí nos surge una pregunta, ¿de qué han servido tantos viajes del presidente? ¿A qué nivel fueron esos viajes? Hoy era una posibilidad para demostrar que el país no está aislado o borrado de la geopolítica internacional.
Ya en lo protocolario. Hoy ADN vivió una fiesta y eso se notó en el efusivo saludo entre Noboa y Olsen. El discurso del presidente de la Asamblea Nacional estuvo acompañado de elogios a sus coidearios y la promesa de un trabajo articulado con Carondelet. No salió de lugares comunes, tampoco habló de una agenda legislativa pero sí mostró una permanente alegría por el momento político de su movimiento.
Por su parte, la intervención de Noboa estuvo marcada por la efusividad y seguridad del Presidente. Esta vez, estuvo más empoderado y abordó, de manera general, temas urgentes como la seguridad, la corrupción, la crisis energética, la educación, la salud. Faltaron anuncios más precisos sobre el recordado Plan Fénix, la agenda política, las hidroeléctrica y obras anunciadas en campaña como la ampliación del Metro de Quito.
Inicia un nuevo periodo y por el bien del país, esperemos que este gobierno cumpla sus promesas y, finalmente, tengamos un nuevo Ecuador, con seguridad, equidad y justicia social. Un nuevo Ecuador en el que todos podamos vivir tranquilos.
La opinión de Héctor Calderón