Por: Héctor Calderón
Estamos a pocos días de que los ecuatorianos volvamos a las urnas, esta vez y otra vez, tenemos que votar en una consulta popular que, según varios expertos, no es una solución real a los problemas que aquejan al país.
Este análisis se sustenta en que varias de las preguntas que se plantean no requieren de un plebiscito, tranquilamente podrían ser gestionadas directamente por el Ejecutivo o el Legislativo. También en que el tema de seguridad, claro, que requiere una intervención inmediata, pero si esta no trae una reforma integral del sistema, el incendio se apagará hoy, pero mañana se reavivará con más fuerza.
Al parecer eso a Carondelet no le importa mucho. Las últimas semanas, el gobierno de Daniel Noboa ha demostrado que puede hacer todo lo posible para que el Sí gane en su consulta. Más allá de los cambios que proponen, lo que esta administración busca es consolidar su imagen y fortalecer su estructura política con miras a las elecciones presidenciales del 2025. Tan real es esto, que no les ha importado dejar la imagen del país, a nivel internacional, por los suelos. No les ha interesado salvaguardar la seguridad de la vicepresidenta y su familia ante la situación bélica que se vive en Israel, no han querido hablar de la regresión de derechos que significa una posible aprobación del trabajo por horas.
La estrategia del Gobierno es el miedo, no la seguridad, el miedo. Inclusive el secretario de Comunicación llegó a mencionar que hasta que la gente no vote por el Sí, no habrá militares en las calles. La propaganda oficialista se basa en que de nuestro voto depende que Fuerzas Armadas y Policía Nacional sigan trabajando juntas contra el crimen organizado.
Pero lastimosamente no nos cuentan toda la historia. Qué sacamos llenando de militares las calles cuando no hay un cambio profundo en las oportunidades que les damos a nuestros jóvenes. Qué sacamos militarizando las cárceles, cuando el Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad y a Adolescentes Infractores, SNAI, apenas ejecuta un 40% del presupuesto planificado, qué sacamos apoyando una consulta en la que se plantea una regresión de derechos laborales y dejar los intereses del país a merced del arbitraje internacional.
El Gobierno también ha decidido esconder una parte de la basura bajo la alfombra. Evita a toda costa referirse al incremento del IVA, no se pronuncia sobre la situación de Verónica Abad, no responde las denuncias de falta de medicamentos en los hospitales públicos o, peor aún, junto a sus aliados mediáticos, “se hace el loco” sobre los apagones que hoy se los llama “Desconexión eléctrica temporal”.
La realidad es que el pueblo ecuatoriano está nuevamente frente a una encrucijada. Al inicio de este Gobierno pensamos que emergía un nuevo liderazgo, sin los vicios de odio y polarización en los que vivimos los últimos años; pero, a medida que han transcurrido los meses, Noboa y su gobierno han ido demostrando que no hay tal nuevo Ecuador. El Noboa de campaña, ecologista, defensor de los derechos laborales, conciliador se quedó ahí. El Noboa presidente es maquiavélico y manipulador. ¿A cuál de los dos creemos? ¿Podemos dar toda la confianza a alguien para quien el fin justifica cualquier medio?
Lo siento, yo creo que NO.
La opinión de Héctor Calderón