Por: Héctor Calderón
La política ecuatoriana siempre te brinda temas para informar, analizar, opinar. Esta semana, por ejemplo, podríamos hablar de los casos que investiga la Fiscalía, la supuesta fuga de Jorge Glas o la desconexión del presidente Noboa con la realidad del desempleo en Ecuador. Pero, hoy he querido escribir algo más ciudadano y, esto, debido a un par de experiencias que tuve esta semana.
Siempre me he preguntado, ¿qué podemos hacer los ciudadanos y ciudadanas para poder vivir en una sociedad mejor? Más allá de los deberes democráticos, cada uno de nosotros puede hacer algo diferente en el día a día, cada uno puede aportar para vivir en una sociedad más ordenada, todos podemos y debemos aprender a convivir. ¿Es fácil? No. Lastimosamente las brechas sociales también generan problemas en la convivencia, en la solidaridad, en la tolerancia.
Por ejemplo, esta semana íbamos en el trolebús y a la altura de la parada de La Recoleta el bus se dañó. ¿Qué tuvimos que hacer? Bajarnos y esperar una nueva unidad en esa estación. ¿Cuál habría sido la actitud ideal? Que a medida que nos bajábamos vayamos haciendo una fila para subirnos al próximo bus. ¿Qué pasó? Todo lo contrario. Quienes se iban bajando de la unidad dañada se quedaban parados en la puerta de la parada, ni siquiera daban espacio para que el resto de las personas se siga bajando. ¿Es esto culpa del alcalde? ¿Del conductor del trolebús? ¿Del guardia en la parada? Obviamente que no. Es un tema de educación, de respeto, de aprender a vivir en comunidad.
Otro ejemplo. Ahora en el Metro de Quito. Una vez que llegas a la estación final, en este caso en la de El Labrador, al salir tienes la opción de usar las escaleras eléctricas. La mayoría de las personas hicimos una fila para ir subiendo, pero, lastimosamente, otros pasajeros se acercaron por los costados y, saltándose la final, fueron directo al inicio de la escalera eléctrica, generando inclusive un peligroso cuello de botella para tratar de subirse. Otra vez, ¿es culpa del alcalde? ¿es culpa del gerente del Metro? Claro que no. Y no se trata de un tema social, de un tema de nivel socioeconómico, pues personas con terno, aparentemente “profesionales”, son los primeros en tratar de saltarse la fila y hacerse los “vivos”.
Estos son solo dos ejemplos de lo que, en mi caso, viví esta semana; pero seguramente habrá muchos más en el día a día de todos nosotros. Es complejo que tengamos un cambio en nuestra sociedad cuando, en los microespacios en los que nos desenvolvemos diariamente, no somos capaces de hacer nuestra parte. Hay que exigir a las autoridades que cumplan su rol y que sean honestos, pero nosotros debemos hacer lo mismo. Aprendamos a respetar al otro, aprendamos a ser ordenados, aprendamos a convivir.
La opinión de Héctor Calderón