Por: Tamara Idrobo, activista feminista
¿Se vieron la película Barbie? Empecé a escribir este artículo cuando la fiebre de la película Barbie saltó a la palestra mundial. Pero el cataclismo político de las elecciones anticipadas arribó al Ecuador y dejó de lado las reflexiones que estaba haciendo sobre esta película que, por cierto, ya se dice ser taquillera así que las y les invito a que la vean.
He guardado mis ideas por varios meses hasta que he decidido retomarlas y publicarlas, ante todo, por la realidad del Ecuador que hoy por hoy, se disputa su futuro en el que, por primera vez en su corta vida democrática una mujer puede llegar a ser la primera presidenta electa por voto popular.
¿Qué tienen que ver las elecciones presidenciales con la película Barbie?
¡Todo! Y es que ambas historias retratan el sistema patriarcal de sociedades donde diversas realidades son narradas desde quien puede y tiene el poder para contarlas.
Por una parte, en la película se retrata el machismo que reina y gobierna como en el Ecuador. Por otra parte, en la película también se muestra un mundo ideal de Barbies donde quien gobierna y decide es el poder rosa, poder que les pertenece solo a ellas.
Pero en la trama central de la película, así como en la sociedad ecuatoriana, vemos como el machismo nace, existe y se fortalece, construyendo al sistema patriarcal para el beneficio exclusivo de los hombres. Es decir, el retrato de una sociedad donde la prevalencia del poder, de los privilegios, supremacía y superioridad se las otorga a los hombres para que lo ejerzan y lo mantengan desde el ejercicio de su rol masculino y de macho.
Tanto en la sociedad ecuatoriana como en la película Barbie, se muestra cómo se construyen las creencias sobre las cuales deben sostenerse las conductas asignadas por los roles de género tanto a las mujeres como a los hombres. En el lenguaje de la película, ambos roles se retratan de forma tan clara sobre los personajes de Barbie y Ken.
Mientras que en la vida cotidiana de usted, que tiene la generosidad de leerme, podrá comprobar como alrededor de su vida pueden observar los comportamientos del personaje de Ken en los hombres de su entorno, o atreverse a analizarse usted mismo si es que es hombre. Les garantizo que se darán cuenta de cómo la sociedad impulsa y espera que los hombres accedan a todo tipo de poder que pueda validarlos como hombres masculinizados y poderosos.
Esa necesidad de ‘poder’ es infinita en su descripción, pero, por ejemplo, los que se retratan en la película Barbie y seguramente en sus vidas son los poderes de influencia, de opinión, de proveer para el hogar, de dominación en el ejercicio de su masculinidad a través de comportamientos que demuestren superioridad, racionalidad (por sobre la emocionalidad, por cierto característica asignada a las mujeres), fortaleza, reconocimiento, dominio en muchos ámbitos como los económicos, financieros, políticos y atravesando el conocimiento y desenvolvimiento sexual del hombre por sobre el de la mujer, etc. Todos estos son ‘poderes’ que históricamente han sido arrebatados a las mujeres para ser asignados únicamente a los hombres.
Tanto en la película, como en la vida cotidiana de todas y todos ustedes, se muestra como el machismo no es sino la necesidad imperante de los hombres a resaltar estas cualidades de ‘poder’ en cualquier ámbito de su vida personal o profesional. Y es que los hombres, como en el caso de Ken, deben luchar en su vida para obtener ese sentimiento de autoridad y ‘poder’ que los valide. Pero, sabemos que lo que realmente sucede, es que como a Ken, a los hombres se les impone exigencias y presiones sobrehumanas para que puedan llegar a cumplir ese rol con su hombría, lo cual requiere que oculten sus debilidades que no son más que la humanidad de sus imperfecciones.
Los hombres ecuatorianos, en su gran generalidad, como los Ken en la película, viven en constante amenaza del cumplimiento de su rol que deben demostrar a través de su masculinidad con el fin de competir para sobresalir entre los otros ‘machos’ (otros Kens), y con el fin de mantener el estatus de ‘ser hombre’.
Y es así, que a diario vemos en tantos hombres ecuatorianos en todos los ámbitos, como con tanta desesperación intentan sostener su hombría a través de sus comportamientos agresivos, condescendientes, violentos (que por ser normalizados no son definidos como violencias), arribistas y de menosprecio hacia las mujeres que amenazan sus masculinidades por el simple hecho de existir y de tener mayores capacidades y mejor preparación que ellos.
Frente a esta amenaza, como Ken, los hombres al darse cuenta de las diferencias defienden lo que la sociedad les otorgó a ellos por ser hombres. Cuando llegan a roles de poder promueven la instauración de sistemas que perpetúan la inequidad de oportunidades para las mujeres.
Es este comportamiento lo que marca y mantiene la jerarquía de hombres sobre las mujeres y la perennización de la masculinidad a la que tantos hombres se aferran para no perder ni sus privilegios ni sus poderes llegando a oprimir, violentar, acallar y silenciar a las mujeres poniéndonos en una ‘caja’. Y es este continuo esfuerzo del personaje de Ken y de los creadores de Barbie lo que se devela claramente en la película.
A pesar de que los hombres se aferran a su rol masculino, en algún momento uno o varios hombres se han atrevido a abrir los espacios que ellos dominan y controlan. Es así que las mujeres aprovechamos para construir espacios que garanticen que nuestras voces sean escuchadas y tomadas en cuenta. Y hay algunas mujeres que cuando hemos llegado, los superamos. Varias mujeres vamos contamos cada día con más espacios para crear consciencia y romper los desafíos que nos han impedido a las mujeres llegar a ser y a estar.
Es necesario señalar, reconocer y definir todos los elementos que contribuyen a la desigualdad y las violencias hacia las mujeres, y esto empieza por reconocer que los hombres generalmente e históricamente, desde el ejercicio de su masculinidad que ahora más que nunca está entredicha, han permitido, cedido o aceptado que las mujeres continuamente les recordemos la invitación a abandonar sus roles de macho para poder crear nuevas masculinidades donde no tengan que verse amenazados, ni mucho menos mantener esa competencia insana con nosotras y entre ellos.
Romper con las masculinidades es aceptar cuán frágiles pueden llegar a ser.
Y sí, el patriarcado busca construir y mantener un mundo hecho de hombres para hombres. Pero son justamente los hombres quienes deben también enfrentarse a ese sistema para destruirlo y hacerlo sin miedo a perder sus privilegios y su razón irracional de ser hombres. Y si requieren de referencia todos los beneficios que se consiguen de erradicar al sistema que también los oprime, en el personaje de Alan de la película Barbie podrán encontrar mucha inspiración.
En el Ecuador actual, que vive en medio de disputas y de realidades políticas vertiginosas, lo que parece estar luchando por mantenerse sobre el tiempo, son las demandas de estereotipos que aún se exigen a los hombres y a las mujeres. No nos olvidemos tampoco de ese ‘poder’ destructor que se ejerce desde el juzgamiento diferenciado que hace que las mujeres desistamos ser, decir y hacer justo en esos momentos y contextos cuando certeramente demostramos liderazgo, opinión, capacidad y hasta a veces dominios interpretados como durezas.
Y es que parte del mensaje que ha dejado la película Barbie es lo que retrata la experiencia que tenemos las mujeres cuando disputamos espacios y si llegamos a tener y a ganar en visibilidad, se nos juzga violentamente cuando se nos exige ser lo que ya no podemos ser. Y es que, a las mujeres, como una Barbie, se nos exige ser hermosas, esbeltas, cariñosas, sumisas, dulces, no problemáticas, tenues, dóciles, calladas, complacientes, tranquilas y un eterno etc. Es decir, todos estos comportamientos deben ser acatados y aceptados dentro de nuestro rol como “mujer perfecta” por los cuales seremos medidas y juzgadas a través de ese prisma de género sobre lo que se espera o no de nosotras.
Y cuando las mujeres rompemos todos esos roles, rechazamos esos estereotipos y construimos nuestros valores desde la resistencia a ser parte de un molde, que nos quiere sometidas, somos juzgadas con una severidad que no se usa sobre los hombres. Juzgamiento que provienen muchas veces y con mucha virulencia desde aquellos hombres que ejercen con mucha astucia y a carta cabal su rol de masculinidad.
En medio de tantas críticas lo que yo reconozco que la película Barbie logró mostrar, es un mundo donde las mujeres son lo que quieran ser y hacer sin regulaciones ni limitaciones que no sea la imaginación de las niñas o mujeres que las usan para verse representadas en esas historias de juego, hasta que lleguen a ser las historias de sus vidas.
En la película Barbie, ella es presidenta, ministra, doctora, astronauta, y las mujeres son las que construyen una sociedad de y para ellas, hasta que Ken se da cuenta que no hace parte de esa historia y que en el mundo Barbie él no tiene poder alguno de influencia, mucho menos de decisión. En el Ecuador, el rol de Barbie les ha pertenecido históricamente a los hombres mientras que las mujeres hemos sido apenas un Ken más.
El Ecuador está a puertas de decidir sobre su futuro social y político donde una mujer potencialmente por primera vez podría llegar a ser electa presidenta. Si el pueblo ecuatoriano está listo para asumir su machismo y transformarlo, veremos a una mujer ejerciendo la presidencia y veremos qué tipo de transformaciones se darán. Si es que no es ella electa, estoy segura de que vendrán más mujeres y cada vez mejor preparadas a seguir disputando no solo la presidencia, sino cada poder que aún sigue siendo vedado para nosotras, sobre todo por aquellos hombres que con pánico se resisten a ser gobernados por mujeres y que desde sus miedos, están dispuestos a defender sus poderes y privilegios a costa de amenazar, amedrentar, agredir y violentar sistemáticamente a las mujeres que decididas creemos en la necesidad de construir sociedades más seguras, más equitativas y menos violentas donde nosotras seamos quienes lideremos esas transformaciones.
Desde mis palabras que son mis herramientas de lucha, seguiré firme y decidida a explicar y a debatir para que las sociedades comprendan de la importancia de construirse sobre los pilares que atiendan las realidades de las mujeres, para que todas podamos ser, hacer, sentir y lucir como queramos y no como se espera que lo hagamos detrás de una “caja” por parte de las sociedades que nos consumen, nos venden, nos cotizan, nos coleccionan, nos critican, nos manipulan, nos someten, nos juzgan y nos violentan.
Las y les invito a ver la película Barbie, a la vez, que entendamos que en el Ecuador estamos en medio de la construcción de una historia real que puede ser un parte de aguas entre esa sociedad machista que se resiste a aceptar que las mujeres somos el eje del cambio.
Mientras existan hombres que en medio de la desesperación se esfuercen por mantener y perpetrar esa masculinidad que tanto daño nos ha hecho como sociedad, las mujeres seguiremos luchando contra esas masculinidades de las que yo estoy convencida de que son una razón más por la cual el Ecuador se mantiene en el subdesarrollo.
Mas allá del mensaje de la película Barbie y de mis reflexiones sobre la misma, yo pretendo seguir luchando para que las mujeres podamos ser, hacer, decir, escribir sin miedo a dejar de ser, hacer, decir, escribir por el simple hecho de ser mujeres que demostramos más capacidad y poder de acción que muchos ‘Ken’ que abundan en el Ecuador.
Y sí, creo fervientemente que en el Ecuador y en el mundo ya es hora de que las mujeres en pleno lleguen al poder gubernamental.
¡Porque sin mujeres no habrá nunca desarrollo!
¡Ya es tiempo de que las mujeres seamos presidentas!
La opinión de Tamara Idrobo.