Por: María Eugenia Molina. Doctora Ph.D. en Comunicación. Consultora, académica
Se ha vuelto una costumbre, cada vez más arraigada y no por eso menos equivocada, dejar en visto las preguntas de los periodistas en los chats con los equipos de comunicación gubernamental.
Este artículo nace de los permanentes reclamos que escucho y leo, por parte de los colegas de la prensa con respecto a la ausencia de respuestas a sus inquietudes y necesidad informativa frente a temas de coyuntura mismos, que no son respondidos por parte de las áreas de comunicación de los distintos ministerios y que generan silencios incómodos, al no tener los primeros los insumos necesarios para poder realizar su trabajo informativo, de contrastación, ni de verificación.
Entre las máximas de la gestión de la comunicación gubernamental en situaciones de crisis están la apertura y transparencia en la información que, las instituciones deben brindar a sus públicos con el fin de generarles certidumbres e ir disipando las inquietudes de la opinión pública, de los medios de comunicación y de la sociedad en general.
La mejor manera con la cual las autoridades pueden generar esta seguridad en sus stakeholders (grupos objetivos), es mediante la proactividad en el manejo de los mensajes en momentos de emergencia, vulnerabilidad o nerviosismo, para ello, quienes están al frente, tanto de las decisiones políticas como de las estrategias comunicacionales, deberían tener claro que, en momentos de crisis todas las miradas y el interés de los públicos están puestos en ellos, pues son quienes tienen en sus manos la responsabilidad de afrontar, controlar y minimizar los eventos adversos por los que estamos transitando como país.
Sin embargo, no han sido pocas las ocasiones en las que, tanto la ciudadanía, así como los miembros de la prensa han recibido negativas a sus requerimientos de información, por ejemplo, cuando se emiten discursos alejados de la realidad, tal como lo hizo en estos días la ministra del Interior, Mónica Palencia, cuando afirmó que la violencia se ha reducido en un 99% con relación a los primeros meses del anterior gobierno, dato que no es real y que se contradice con lo que vivimos como población en cada sector del país.
Pero no conformes con estos equívocos, no hay el ofrecimiento de disculpas por los errores, si acaso alguna rectificación, y muchas veces, el silencio es la única respuesta, lo cual es grave dado que una de las obligaciones de los funcionarios públicos es proporcionar información acerca de su labor, la opacidad, la hostilidad y el ghosteo no deberían ser la contestación a los requerimientos, ya que tales actitudes restan credibilidad, confianza, imagen, entre otros elementos constitutivos del engranaje gubernamental, tan venido a menos en estos tiempos.
La literatura académica sobre comunicación estratégica plantea algunos tipos de hostilidad comunicativa, este, al que se hace alusión en el presente artículo, tiene que ver con la llamada “organización hostil”, así: “Las organizaciones (instituciones) pueden llegar a crear situaciones de hostilidad contra la propia organización mediante comunicados y acciones no frontales…” (Castillo y Ponce, 2015).
Es lamentable que, desde los distintos ministerios den tan poca importancia a este tema, tanto desde la hostilidad hacia la opinión pública, cuanto, a la credibilidad y seriedad del trabajo comunicativo gubernamental, ello nos hace permanecer en un entorno dañino de información que queda a medias y al criterio de cada uno, en un mundo donde las fake news siguen haciendo de las suyas.
La opinión de María Eugenia Molina