Por: Karen Garzón-Sherdek
La pandemia del Covid-19 ha dejado hasta el momento a más de 83,6 millones de contagios y alrededor de 1,82 millones de muertes en todo el mundo. Esto ha generado no solo una crisis sanitaria, sino sobre todo social y económica. El impacto ha sido importante hasta en las economías más desarrolladas, como es el caso de Estados Unidos cuya situación económica registró una recesión en el 2020. Y donde el Congreso tuvo que aprobar paquetes de estímulo para mitigar el impacto en las empresas y las familias.
Mientras tanto, en África se han disparado casos de Covid-19 en los últimos meses, lo cual genera una profunda preocupación al ser un continente con alarmantes cifras de desnutrición y de VIH Sida. Los gobiernos han respondido con varias medidas que van desde toques de queda hasta diferentes prohibiciones para evitar las aglomeraciones. No obstante, frente a una inminente segunda ola, la economía africana no podría hacer frente a medidas restrictivas fuertes, que acentuarían aún más la pobreza. Paralelamente, se han evidenciado rebrotes de otras enfermedades como el polio y existe alarma por un posible repunte de sarampión.
El continente africano debe enfrentar varias crisis simultáneas: enfermedades preexistentes, pobreza extrema, hambruna y ahora, una segunda ola del Covid-19.
Actualmente, se han desarrollado diferentes vacunas contra el coronavirus SARS-CoV-2, entre las más posicionadas se encuentran: Pfizer y BioNTech, Moderna, AstraZeneca y Oxford, y Sputnik. El mundo ha visto esta noticia de manera muy esperanzadora, pero ahora los gobiernos tienen un reto enorme, asegurar vacunas para su población. Esto incluye no solo a los países del llamado “primer mundo”; sino también a los países más pobres para los cuales su acceso efectivo a las vacunas es aún incierto.
Solo por citar algunas cifras, según datos del Centro de Innovación en Salud Global de la Universidad de Duke, 12 países desarrollados han confirmado al menos 4.000 millones de dosis de vacunas contra el Covid-19 de Rusia y China. Mientras que, 13 países de ingresos medianos altos han logrado 946 millones.
En el continente africano preocupa de manera particular esta temática. El Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19 (COVAX), una iniciativa público-privada de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Alianza GAVI para las vacunas y la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias (CEPI), fue creada con el objetivo de que los Estados tengan acceso igualitario a las vacunas contra esta pandemia. Alrededor de 183 países se han sumado ya a esta iniciativa, la misma que financiará vacunas a 92 países. De esta forma, Kenia ha encargado 24 millones y Nigeria recibirá 20 millones de dosis, sumando alrededor de 220 millones para el continente. No obstante, a pesar de esto, pasarán varios meses hasta que se logre que la vacuna llegue a otros países del continente africano. Y, a pesar de los esfuerzos es aún insuficiente para una población de más de 1.3 mil millones de personas. Expertos han señalado que se requiere que al menos el 60% de la ciudadanía esté vacunada contra esta pandemia. Empero, un informe de Oxfam estima que al menos el 60% de la población mundial no tendrá acceso a una vacuna hasta al menos el 2022.
Paradójicamente, mientras más se requiere de cooperación internacional para disminuir las enormes brechas agravadas por la pandemia, los países han preferido negociar directamente con los fabricantes de las vacunas en lugar de unir esfuerzos para que el COVAX cumpla sus propósitos. Lo que se ve hasta hoy es el inicio de un proceso de acaparamiento que continúa reproduciendo la misma geografía mundial de pobreza y desigualdad.