Por: Héctor Calderón
Quito vivió uno de los días más importantes de su historia moderna. A puertas de cumplir 489 años de fundación, finalmente y tras varios tropiezos en el camino, la capital ya cuenta con su nuevo medio de transporte: el Metro.
Ha sido importante la decisión política del alcalde Pabel Muñoz para que en sus primeros 6 meses de gestión haya podido corregir los desaciertos heredados de las pasadas administraciones, quienes desde el 2014 se encargaron de torpedear una de las obras más importantes para la ciudad.
No es tan cierto lo que dicen algunos por tratar de justificar la ineficiencia de los Rodas, Yunda y Guarderas. El Metro debió funcionar hace varios años, pero, primero por intereses particulares, Mauricio Rodas dilató el proceso de contratación e hizo que la obra se encarezca y, además, sacó del proceso a los sistemas de recaudación y eléctrico, provocando que el inicio de operaciones se dilate aún más. Sus sucesores, Yunda y Guarderas fueron incapaces de encontrar el modelo de operación, se demoraron más de dos años en hacerlo y, el último, por vanidad quiso inaugurar cuando todavía no estaba listo.
La ciudad debe reconocer la visión del ex alcalde Augusto Barrera. En su administración se planificó, se hicieron los estudios, se negoció el financiamiento, se construyeron las estaciones intermodales de El Labrador y la Magdalena y se diseñó el nuevo sistema de transporte para la ciudad.
10 años después, la ciudad por fin tiene Metro. Quito se suma a las urbes latinoamericanas que cuentan con este medio de transporte. Es un salto a la modernidad que debe impulsarnos al desarrollo, a la equidad, a recuperar nuestra identidad. Las imágenes del primer día de operación, nos llenan de orgullo. Los ciudadanos inaugurando el funcionamiento en cada parada, los quiteños apropiándose de su Metro. Gran acierto del Municipio de Quito al hacer de esta obra, un símbolo de reencuentro con la ciudad. Debemos empezar a vivir la cultura Metro.
Este día histórico debe ser solo el comienzo. El desafío es enorme para lograr que el Metro se convertiría en el eje vertebral de un nuevo sistema que dé a los quiteños dignidad, seguridad y, por sobre todas las cosas, más tiempo para compartir con sus familias. El Metro debe disminuir las distancias en tiempo pero también en espacio; el Metro debe ser el lugar en el que se rompan todas las divisiones y caminemos hacia la inclusión y la equidad.
Quito, tiene Metro, Quito tiene futuro. ¡Que viva la Carita de Dios!
La opinión de Héctor Calderón.