Por: María Eugenia Molina. Doctora Ph.D. en Comunicación. Consultora y académica
Los ecuatorianos nos encontramos, nuevamente, ad portas de un proceso electoral en el que candidatos y electores tendremos reglas diferentes a las acostumbradas, pues será una campaña bastante más corta de lo que suelen ser estos eventos en el país, más allá de ello, el reto es grande, pues lograr que se llegue a la ciudadanía con mensajes contundentes, potentes, claros y elaborados no es algo que se logre de la noche a la mañana, de hecho un gran número de candidatos no lo han podido hacer en las últimas campañas por las que hemos transitado.
Desde esta perspectiva y teniendo en cuenta que “las maquinarias” de marketing electoral son las primeras en activarse para promocionar y posicionar a sus respectivos candidatos, es importante que los partidos y movimientos tengan en cuenta que las autoridades de transición que serán elegidas el 20 de agosto, no terminan su trabajo con la consecución del triunfo, allí es cuando acaba la fase romántica de la elección para entrar en la verdadera etapa para la que se postulan, la de servicio a la sociedad.
El ímpetu con el que las y los candidatos salen a la arena electoral con promesas mediante las cuales buscan ser favorecidos con el voto popular, debe transformarse en ímpetu de servicio, en motor para laborar por los habitantes de un país que tiene problemas estructurales que deben ser afrontados con determinación, pero, ante todo, con liderazgo y responsabilidad.
En estas circunstancias y con el tiempo de campaña oficial reducido a unos pocos días, ¿cómo las y los candidatos lograrán pasar del mercadeo a la comunicación electoral? Algunas de las respuestas tienen que ver con una estrategia sólida en la cual se apalanquen sus propuestas de campaña, estrategia política que pueda ir de la mano de la comunicación, y, desde allí saber qué se dice, cómo se lo dice, y cómo se sostiene ese discurso en los hechos, que es el terreno real en el que las promesas se cristalizan o quedan simplemente en la vehemencia de la lid electoral.
La política en general y las campañas electorales como parte de la primera, se dan en varios campos, siendo el comunicacional uno de los más importantes, lo comunicable debe imponerse para lograr un resultado que vaya más allá de las promesas al calor de la contienda, máxime cuando una de las limitaciones de esta campaña se traducirá en el poco tiempo con que cuenten los candidatos, de allí que, los distintos actores de este nuevo proceso deben estar relacionados con las realidades de los públicos a los que deben darles mucho más que bailes y cánticos, deben hacerles propuestas consistentes.
Para ello es imperativo que los partidos y movimientos sepan escoger a figuras que tengan consistencia ideológica, vocación de servicio, compromiso, empatía, que tengan claro el qué y el cómo a favor de quienes seremos sus futuros mandantes, de lo contrario después del baile, el discurso fogoso y rimbombante, sólo nos quedará la resaca y, desde luego, los problemas sociales, económicos, de salud, de seguridad y muchos etcéteras más que seguirán incrementándose en una sociedad que requiere mensajes electorales que asimilen la realidad del Ecuador y la manera en la que podemos ir saliendo de la crisis en sus múltiples aristas.
Recordemos que cada mensaje debe ser un hecho comunicable, la política es comunicación, y en una campaña tan corta como la que nos aprestamos a transitar, aquel que sepa comunicar a públicos heterogéneos, cada uno con sus propias necesidades y afanes será el/la que logre permear en un electorado que está cansado de ser tomado en cuenta únicamente cuando requiere su apoyo en las urnas.
La opinión de María Eugenia Molina.