La comida de las aerolíneas siempre ha tenido sus detractores. Eso no significa que sea mala per se porque presuntamente revuelve el estómago, sino que hace pensar en que los usuarios cada vez son más exigentes.
Richard Foss, historiador culinario y autor de «Food in the Air and Space: The Surprising History of Food and Drink in the Skies», afirma que cuando los vuelos comerciales despegaron en la década de 1920, los pasajeros solían conformarse con sándwiches, ensaladas y, tal vez, un trozo de pollo frito frío.
Los aviones no tenían cocinas, explica Foss, así que lo único que se podía servir era un almuerzo de picnic a temperatura ambiente, con bebidas provenientes de un termo.
Fue en los dirigibles, como el LZ 127 Graf Zeppelin, donde llegó la primera comida gastronómica de vuelo.
El año pasado, cuando los vuelos fueron suspendidos en todo el mundo, algunas personas siguieron consumiendo comida de las aerolíneas a pesar de todo. Las aerolíneas y sus proveedores de comida se quedaron con un exceso de suministros. Algunos improvisaron, vendiendo el exceso de comida a los clientes en tierra
Más que nada, la comida del avión es el primer sabor de una nueva aventura. Es la puerta de entrada gastronómica a unos festines mucho mejores y más cautivadores que te esperan una vez que hayas aterrizado.
Fuente: CNN