Tras la muerte no clara de Naomi Arcentales, la activista feminista Annabell Guerrero analizó la violencia de género y el femicidio en Ecuador. Así, señaló que en Ecuador la violencia está normalizada y es difícil erradicarla cuando el Estado no entrega un presupuesto acorde para casas de acogida. Además, no brinda suficiente ayuda en temas de salud mental y tampoco garantiza la justicia. “El círculo de Naomi le dice que se den un tiempo; hay gente que ve el golpe y no hace nada”, alertó la activista.
En esa línea, lamentó que la justicia aún sea revictimizante para las mujeres que sufren de violencia y que no existan fiscales con formación en temas de género. “Los perfiles de los fiscales deben ser bien analizados porque están frente a personas que en su vida privada no respetan los derechos humanos”, agregó Guerrero sobre la función del fiscal Juan Carlos Izquierdo, principal señalado de la violencia contra Naomi.
Las acciones de la ciudadanía
Guerrero criticó la postura de algunos ciudadanos sobre culpabilizar a Naomi y preguntar “¿por qué continuó ahí si la golpeaba?”. Así, dijo que la misma sociedad no entiende ni trata de instruirse sobre el círculo de violencia. En ese sentido, la activista explicó que la violencia va creciendo hasta que llega al femicidio que es el momento final y más grave. Sin embargo, el camino incluye que las mujeres “sean minadas en su amor propio, aisladas de su círculo social”.
Por ello, agregó que el círculo de violencia tiene tres etapas: la tensión que implica que, para evitar problemas o peleas, las mujeres acceden ante el agresor; después continúa la etapa de la agresión que no solamente es física, sino también psicológica, patrimonial, entre otras. Además, señaló que existe la etapa de la conciliación o luna de miel que implican las disculpas del agresor y el retorno a la relación violenta. “Es importante entender esto para que se sepa por qué (Naomi) no se fue”.