Por: Héctor Calderón
A pesar de que, oficialmente, no ha iniciado la campaña electoral de la segunda vuelta, los dos candidatos finalistas hacen proselitismo en territorio y, a través de sus redes sociales.
Luisa González se ha dedicado a visitar las provincias en las que obtuvo mayor votación para agradecer a los electores. La candidata de la RC continúa con el impulso con el que terminó la primera vuelta y sus apariciones públicas denotan alegría y confianza. Su visita a Pepe Mujica, ex presidente de Uruguay, simboliza ese espíritu de unidad y esperanza que está marcando el discurso de González en esta campaña.
Por su parte, Daniel Noboa está aprovechando su condición de presidente para llegar con obras y ofrecimientos a distintos sectores del país. El objetivo es hacer en un mes, lo que no se hizo en poco más de un año. Contrario a su contendora, las apariciones del candidato – presidente son más tensas, con un discurso más duro y agresivo. El golpe de no ganar en primera vuelta causó fisuras en el gobierno y empieza a afectar la relación con sus principales aliados, la Policía y las Fuerzas Armadas.
El peso de la campaña recaerá sobre los hombros del equipo de Daniel Noboa. El presidente está en una carrera contrarreloj por demostrar que necesita más tiempo para ejecutar lo ofrecido; pero su principal rival no es Luisa González, es su propio gobierno y gestión. Las últimas semanas ya no solo se habló de improvisación y negligencia sino también de corrupción. El medio de comunicación digital La Posta sacó a la luz una investigación y denuncia en la que se evidencia un, aparente, acto ilícito en la adquisición de chalecos y cascos para el ejército. Y no solo eso, desde varios sectores se ha criticado la intención de entregar el campo Sacha a manos privadas para su explotación petrolera, afectando los intereses del país y provocando la renuncia de altos funcionarios de PetroEcuador. Las denuncias, el incremento de la violencia y la inseguridad, y el descontento ciudadano por los paupérrimos servicios dejan a Noboa es desventaja; a tal punto que el antinobismo ya es más fuerte que el anticorreismo.
El camino al 13 de abril parece estar cuesta arriba para unos y menos tortuoso para otros. La realidad es que es complejo ocultar la ineficiencia e improvisación.
La opinión de Héctor Calderón