Por: Héctor Calderón
De acuerdo con varios expertos y analistas, estas elecciones anticipadas han estado marcadas por el clivaje lo nuevo vs. lo viejo, y que eso se profundizó aun más con los resultados de la primera vuelta. Pero todo lo que ha pasado en la campaña para el balotaje del 15 de octubre también nos lleva a otra encrucijada: las certezas vs. la incertidumbre.
En la primera vuelta, tras el debate presidencial, Daniel Noboa empezó a ocupar el lugar de lo nuevo. Su imagen fresca, su discurso conciliador y alejado de las pugnas lo posicionaron como un “outsider” capaz de aglutinar el voto joven y de quienes se mostraban hartos de la disputa correista-anticorreista. El mismo debate, en lo que se convirtió en un error de estrategia de la Revolución Ciudadana, mostró una candidata sin piso propio y que quiso sustentar sus propuestas en el “ya lo hicimos”. Erróneamente evocó los aciertos del gobierno de Rafael Correa que se lograron en condiciones y situaciones diferentes a las actuales.
Pero, el 21 de agosto todo cambió. En las primeras apariciones mediáticas del candidato sorpresa, ese discurso conciliador se fue desvaneciendo. Noboa, poco a poco, ha dejado de ser un “outsider” y mas bien ha ido evidenciando algunas inconsistencias en sus propuestas y un desconocimiento del aparataje estatal. A esto, hay que sumarle el rol de su candidata vicepresidencial, Verónica Abad, quien en varias apariciones, sobre todo digitales, ha dejado claro sus posturas sobre el rol del Estado, la equidad y la violencia de género.
Por su parte, Luisa González ha dado un giro de 180 grados en su campaña y en su forma de mostrarse hacia el electorado. Su imagen dejó de ser dura y, por el contrario, ahora se presenta más fresca, potencializando su rol de mujer, de madre, de profesional. A pesar del error sobre Venezuela, de uno que otro exabrupto de Andrés Araúz y del mismo Rafael Correa, la candidata de la Revolución Ciudadana empieza a generar más certezas que incertidumbres, y, eso se ha mostrado en la tendencia de las últimas encuestas.
Tal como ocurrió en primera vuelta, el debate del domingo 01 de octubre será clave para resolver o profundizar las divisiones entre lo nuevo y lo viejo; y entre las certezas y la incertidumbre.
Estamos en la recta final y siempre será importante pensar en qué modelo de país queremos, ya no podemos experimentar, lanzarnos al vacío por odios y antipatías. Sea lo nuevo o lo viejo, necesitamos certezas, no más improvisaciones.
La opinión de Héctor Calderón.