Por: Carlos Coronel, economista especializado en investigación de opinión pública
La Obertura 1812 de Tchaikovski sirve de fondo musical. Al mismo tiempo y con locución solemne, se describe la escena: “la ceremonia ha comenzado en medio del silencio de los presentes – que en espíritu – se trasladan a esos tiempos heroicos en los que nació la libertad”.
Así quedaba inmortalizado en audiovisual, el traslado de los restos de los héroes del 24 de Mayo de 1822[1]. Autoridades civiles, militares y eclesiásticas (contadas mujeres, huelga decirlo) se muestran con evidente sentido patriótico y nacional. La multitud y la caballería militar, acompañan en su largo trayecto, al cortejo de los ataúdes de fina madera.
Todo esto, sucedía hace menos de 50 años en un Ecuador bajo gobierno dictatorial, población cercana a los 7 millones de habitantes y en pleno boom petrolero. Más que la nostalgia, de ese país donde se hacían -literalmente- desfiles a los barriles de petróleo, queda una pregunta de toda esa puesta en escena: ¿qué vigencia tienen los símbolos y la memoria?
Nos enfrentamos entonces a una pregunta convergente. Lo simbólico resulta permanente y connatural de la condición humana y; la memoria (histórica) establece cómo y de qué forma recordamos el pasado. La vigencia de los símbolos y la memoria pueden definir –incluso condicionar- la existencia misma del presente.
La vida requiere de símbolos; la construcción del sujeto los necesita y nos comunicamos mediante ellos, constituyéndolos en nuestra base cultural. Incluso los configuramos bajo un determinado contexto histórico, cambiante y tendencial, pero nunca dejamos de simbolizar (Solá – Morales, 2014[2]); mientras la memoria re significa y pone en relevancia esos símbolos; que siendo comunes, adquieren un sentido social, se pueden convertir en leit motiv y aportan al sentido cívico; así como indicaba Proust, “los recuerdos comunes son los más pacificadores”.
En ampliación, las naciones requieren de símbolos, con los que asistimos a la construcción de colectividad, de rituales identitarios laicos para la edificación de la memoria colectiva y la cohesión social; y desde este lugar, nace el telón de fondo de la inquietud sobre la vigencia del símbolo y la memoria: la construcción del “sentido nacional”, inmanente del desarrollo de las naciones. Ese sentido nacional como comportamiento racional contraparte del emocional patriotismo; como expresión intelectual de vinculación de la persona con una “entidad de convivencia que se valora como superior y obliga a adoptar sacrificios en aras al beneficio de la misma” (Echevarría, 2016[3]). Si existen símbolos y memoria, entonces existe sentido nacional.
Y aun así, hemos consecutiva, consciente o inconscientemente transferido desde el ámbito de lo cívico, los símbolos y la memoria, al campo de lo institucional político (incluso de lo electoral); y con ello, este ideal sentido de lo nacional, se aleja de su relación con la sociedad, pasando a llenarse –en exclusiva- por contenidos coyunturales, espontáneos, comunicacionales y narrativos.
Un símbolo, un acto o una fecha cívica tienen alta relación con la memoria y deben tener plena vigencia. El “enfrentamiento” con la memoria debe permitirnos la reflexión; desde allí debe edificarse el sentido de lo nacional, sobrepasando su expresión cuasi marcial (que lo prohíbe hacia los no iniciados en esa tradición y que circunscribe la conmemoración a una sola de las aristas de la historia). La conmemoración cívica debe ser una pausa de revisión y reflexión.
Entonces, ¿podemos reconstruir el sentido de lo nacional? ¿Qué símbolos lo van a comunicar y qué símbolos debemos rescatar?
[1] Cinemateca Nacional del Ecuador. (2022, 9 junio). Traslado de los restos de héroes del 24 de Mayo de 1822 – Luis Sandoval – 1974 [Vídeo]. YouTube.
[2] Sola-Morales, Salomé. (2014). Hacia una epistemología del concepto de símbolo. Cinta de moebio, (49), 11-21. https://dx.doi.org/10.4067/S0717-554X2014000100002
[3] José, I. M. (2016). Sentido nacional y patología nacionalista. Dialnet. https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=157720
Opinión en Primera Plana.