Por: María Eugenia Molina. Doctora Ph.D. en Comunicación. Consultora, académica
El presente artículo lo escribo a propósito de un hilo de twitter de un familiar de personas que fueron en búsqueda de atención médica a la red de Seguridad Social y lo que encontraron fue más que falta de empatía, se toparon con maltrato y ausencia de calidad humana como lo relató con detalle el autor de los tuits; pero, hay algo más grave, no se trata de un caso aislado, hubo muchas personas que se sintieron identificadas con lo sucedido, yo misma por ejemplo, recuerdo cuando mi madre afectada por un cáncer y problemas de presión arterial pasó días acostada en una camilla de un pasillo de urgencias al que le faltaba de todo: medicina que me la mandaban a comprar, pañales, implementos de aseo, cremas, incluso almohadas y agua, pero ante todo, humanidad, esa que no se la compra en la farmacia, esa tan necesaria en las horas más amargas de un/a paciente, aquellas en las que no cuenta con su bien más preciado, la salud y que ve en médicos/as y enfermeros/as a su más certero apoyo y que, muchas veces, no lo es tal.
Con ello de modo alguno quiero generalizar a todos/as quienes trabajan en la noble labor de la salud, hay muchísimos/as profesionales destacados/as que dan su tiempo, su empeño, su sacrificio y hasta su vida por cumplir ese juramento que hicieron de salvar vidas y lo hacen con calidad y calidez, lamentablemente, también hay del otro tipo, aquellos/as que aún a sabiendas de las condiciones de vulnerabilidad que tienen los enfermos/as les atienden como a clientes, más cuando se trata de los hospitales públicos o de la Seguridad Social, sin reparar en que una atención de salud de alto nivel es derecho de todas y todos y no una dádiva.
Cuando el personal de salud, lamentablemente, ejerce su trabajo desde esta visión errática de lo que es el servicio público y sobre todo el de la salud, cabe la pregunta ¿los pacientes dejamos de ser tales para convertirnos en padecientes?, hago alusión con este término al libro de Miguel Kottow “El pa(de)ciente, un texto que cuestiona la mirada de los médicos hacia los pacientes como clientes y no como personas a las cuales hay que ayudar con humanidad, cito y titulo así este artículo porque el sistema de salud ecuatoriano se ha convertido en un verdadero vía crucis al momento de tomar citas, de precisar atención de emergencia, de requerir intervenciones quirúrgicas, exámenes, medicinas y trato amable y humano, en muchas ocasiones y muchas personas se han topado con una realidad muy distinta a la esperada y hemos tenido que padecer ya sea en calidad de pacientes o de familiares de los mismos.
Es imperativo que a nivel de cada unidad de atención y como política integral de salud, la atención amable sea un tema para tratar y que quien no cumpla con estos parámetros tenga las sanciones que correspondan, pero, además, la necesaria autocrítica a la manera en que cada uno de los profesionales de la salud trata a su paciente, pensar que no siempre estará de ese lado de la consulta, que el médico también es paciente algún momento y, como narra el libro de Kottow, allí las cosas se ven de otro modo.
Tomando en cuenta que la salud a nivel global se ha deteriorado con la irrupción del Covid-19 y sus secuelas en la salud física y mental de las personas, el natural envejecimiento de la población, cambio climático, enfermedades preexistentes y los altos niveles de pobreza abonan a que la gente requiera de atención médica general y especializada para tratar sus dolencias y así procurarse un buen nivel de vida, para ello es fundamental poder ser pacientes correctamente atendidos y no padecientes que llegan temerosos a la consulta, recordemos que las emociones pesan mucho al momento de lograr resultados satisfactorios durante los tratamientos médicos. La salud es un derecho al igual que el buen trato.
La opinión de María Eugenia Molina.