Por: Viviana Paredes
El 1.5% de la población mundial acumula el 47.5% de los recursos económicos del planeta, de acuerdo a cifras de Global Wealth Report 2024 de UBS, esto significa que el 98.5% restante controla solamente la mitad del dinero que existe en el planeta ¿Injusto no? El mayor problema, de tan inequitativa distribución de la riqueza, es que la minoría privilegiada busca constantemente acaparar el control del poder político para mantener esta estructura desigual; y cuando el poder económico logra conquistar el poder político se configura la plutocracia.
Esta tendencia mundial se replica en Ecuador, por ejemplo, con la elección de un banquero o un empresario bananero como jefes de todo el Estado. Un pequeño número de familias acumulan la mayoría de la riqueza, mientas la amplia mayoría se encuentra en la denominada clase media y la clase pobre. Para junio de este año, por ejemplo, el INEC reportaba que el 25% de ecuatorianos viven con ingresos familiares mensuales menores a 90 dólares, mientras que casi 11% sobrevive con menos de 50 dólares para todo el núcleo familiar. Si los pobres y clase media constituimos mayoría electoral ¿por qué seguimos eligiendo como presidentes a miembros selectos de una insignificante minoría plutocrática?.
Y es que el asunto de fondo es encontrar la razón por la que los millonarios cortejan constantemente al poder político y ambicionan toda su vida dirigir el Estado; porqué nos gobiernan los plutócratas con la bendición de un pueblo empobrecido al que ignoran apenas llegan a Carondelet. La respuesta posiblemente la tenga Karl Marx cuando nos señala que la clase burguesa, o rica, tiende a utilizar las crisis sociales para acumular una mayor cantidad de recursos económicos a costa de la necesidad de los trabajadores.
Lo que parecería un gobierno sin rumbo ni objetivos, entonces, puede ser la fachada de una estructura de acumulación de la riqueza instalada en el aparato estatal, a través del cual se pueden aprovechar sus recursos mediante la contratación pública y la consolidación de monopolios económicos que favorezcan a su círculo familiar y empresarial. Si usted, lector, encuentra en estas líneas algún parecido con la realidad, sepa que tiene razón. En eso consiste la plutocracia.
Si la burguesía se beneficia de las crisis sociales, podrían explicarse por sí mismas la crisis de seguridad, la crisis económica, la crisis migratoria e incluso la crisis institucional. ¿Qué empresas privadas son favorecidas con el incremento de la delincuencia o con la falta de empleo que orilla a los trabajadores a aceptar la precarización laboral o de las remesas de los migrantes que revitalizan la economía nacional? ¿Quiénes pretenden controlar las instituciones de control y con qué objeto?.
Y sí, aunque parezca que nos gobiernan “plutos” en realidad nos gobierna la plutocracia. Ergo, las actuaciones más absurdas pueden ser cortinas de acciones que pretenden esconderse de la ciudadanía para cumplir con la agenda con la que la burguesía llega al poder. Y aunque Lenín Moreno no es parte de esa clase, sí la obedeció durante su gobierno, y tal vez por eso su mayor herencia, al igual que del banquero Guillermo Lasso, es un amplio legado de memes como único recuerdo de su gestión.
Y mientras hablábamos de los átomos cuánticos, de la inauguración de un poste de luz, del bicos is nais y otros tantos episodios que quedan en la anécdota, los sistemas de salud y educación públicos eran desmantelados con graves recortes presupuestarios; las bandas delincuenciales se tomaban el territorio nacional; incrementaba el precio del combustible; se elevaba el costo de la vida y; hasta nos subieron el IVA al 15%. Caímos y caemos aún en las trampas de la opinión pública que está ubicada a años luz de las realidades nacionales. Queda como lección leer las letras pequeñas de cada risa que nos cause un político, porque la experiencia nos dice que mientras más grande y sonora es la carcajada, más difícil será recuperar el derecho del que nos privan.
Parece que no solamente nos gobiernan los “plutos”, sino que los trabajadores vamos a las urnas a votar “plutos”, porque de otra manera no se entiende como seguimos eligiendo a representantes de la burguesía nacional a los que la clase obrera ecuatoriana solo le sirve como votos en el ámbito político y como mano de obra barata en el campo económico. Una famosa frase dice que la locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes; y aunque ha sido erróneamente atribuida a Einstein, seguramente fue un genio quien lo dijo. Quizás sea hora de hacer caso a la sabiduría popular.
La opinión de Viviana Paredes