Por: Nahuel Mendoza, analista político
Cada vez falta menos para el 9 de febrero de 2025, fecha en la que se realizarán las elecciones para binomio presidencial y se escogerán, además, a 151 asambleístas y otros tantos parlamentarios andinos.
Como en cada elección existen particularidades, comenzando con el hecho que éstas se darán luego de un mandato de apenas 15 meses, tras el Decreto de Muerte Cruzada emitido por el expresidente Guillermo Lasso.
Un hecho a tomar en cuenta es que Daniel Noboa fue elegido presidente junto a Verónica Abad, como binomio. Para nadie es un secreto que Noboa y Abad no tienen una buena relación, al punto que, como lo ha expresado públicamente el propio Mandatario, si fuera por él, la enviaría a la Antártida.
Sobre esa base, es evidente que Noboa tiene que elegir a una nueva dupla para participar en la contienda de 2025. Las elucubraciones alrededor de este hecho no han cesado. Nombres van y vienen, pero existe una mujer, cuya relevancia pública y promoción constante -además de gozar del beneplácito de los medios corporativos y tener presencia permanente en las redes sociales- hace que sospechemos más de la cuenta: Lavinia Valbonesi, nada más ni nada menos que la esposa del presidente Daniel Noboa.
En Latinoamérica hemos tenido un par de casos en los que la trascendencia de la cónyuge del Primer Mandatario ha sido tan significativa que ha debido ocupar otro espacio en la esfera pública; comenzando por Argentina, allá por 1973; o, el caso de Daniel Ortega, en Nicaragua y su esposa, Rosario Murillo. Así es que, la conformación de esta dupla para unas presidenciables, no sería nada nuevo.
Creer que las visitas oficiales que ha cumplido Lavinia, tanto en el exterior (visitando a Jill Biden, esposa de Joe Biden presidente de los EEUU), como en el país, visitando (más que el propio presidente), lugares que se han visto afectados por las inclemencias de la naturaleza, grabando en tiktok y aumentando la comunidad que la siguen, son gratuitas sería ingenuo.
¿Está preparada? No, definitivamente no, pero si pasamos revista al equipo de Daniel Noboa, a sus asesores y ministros, hay una constante: limitaciones muy grandes, desconocimiento de la cosa pública, entre otros. O si no, miren el último papelón protagonizado, por ejemplo, por la ministra del Ambiente, quien, en una comparecencia en la Asamblea Nacional, no supo responder ni a cuánto asciende el presupuesto de su Cartera de Estado.
La política ecuatoriana hace algunos años estaba llena de bailarines, payasos, futbolistas y gente que en su vida se ha inmiscuido -al menos de manera seria y responsable- en la administración de un Estado, existen grandes excepciones, claro está, pero ahora contamos con personas que a duras penas hablan, leen o entienden.
Volviendo al tema, Noboa tiene por delante una decisión muy importante, ya que, si quiere reelegirse, deberá contar con alguien que le sume.
Cuesta abajo. Si bien es cierto Daniel Noboa tiene una aceptación por sobre el 70%, según el promedio de un par de encuestas, me temo que llegó a su techo y poco a poco empieza a terminar esta “luna de miel”. Los últimos acontecimientos han generado que los ecuatorianos ya comiencen a ser críticos con las actuaciones (o la falta de las mismas), vean la realidad y la falta de resultados contundentes en lo relacionado con la seguridad, ya que siguen asesinatos, secuestros, robos, etc., a nivel nacional; en empleo, cuando anuncia 50.000 nuevos empleos, pero la realidad es que, según el INEC y las calles, se evidencia que el desempleo aumentó tras pasar de 324 mil 598 afectados en enero de 2023 a 335 mil 424 en el mismo mes de 2024. Es decir que unas 13 mil 823 personas se quedaron sin trabajo.
Los egos son el problema fundamental de las personas y los políticos parecen no estar exentos de aquello. Son esos egos y vanidades los que terminan pasando factura, la inconsistencia entre el discurso y la realidad ecuatoriana también. Y si hay algo que el pueblo no perdona, es la mentira y el engaño.
La opinión de Nahuel Mendoza.