Por: María Eugenia Molina
El Gobierno Nacional anunció hace unos días que como parte de su política comunicacional de cara a los cuatro años de mandato, no utilizará el mecanismo de las cadenas de radio y televisión para informar a la ciudadanía los mensajes que se produzcan en su administración, sino que lo hará por intermedio de las nuevas tecnologías, es decir, usará redes digitales para cumplir con ese objetivo, los medios más usados serán Facebook, Instagram y TikTok, mediante lives, esto lo dijo el señor Presidente de la República, Guillermo Lasso, en sus cuentas de redes sociales la semana pasada.
Pero, ¿es suficiente realizar la vocería estatal por medio de tales redes? que si bien, van creciendo en número de usuarios, aún no logran la penetración necesaria en todas las zonas de las provincias del país, ni todos los ciudadanos las usan, más si tomamos en cuenta que cada una tiene su propio target (grupo objetivo) y que TikTok, por ejemplo, la utilizan mayoritariamente los más jóvenes; los medios tradicionales no han dejado de tener sus públicos que buscan informarse mediante ellos, desde esa arista considero que la estrategia de comunicación del gobierno de acogerse a estos medios emergentes es interesante y novedosa, pero no se puede dejar de lado la transmisión de las cadenas nacionales también por medios tradicionales cuando el mensaje así lo amerite, de ese modo se evitará que existan quienes puedan quedar por fuera de estas posibilidades digitales de información.
Las innovaciones son positivas y los medios emergentes también lo son, pero no es óptimo, comunicacionalmente hablando, dejar de lado el uso de las cadenas nacionales, me refiero al buen uso, no al abuso de las mismas, que es con lo que ninguno de los ecuatorianos hemos estado de acuerdo, pues cuando un recurso se vuelve permanente, insistente, invasivo, poco aportante, notoriamente preparado para promocionar la figura de la autoridad, deja de ser de interés y se vuelve tedioso, como lo que pasó con Lenin Moreno, sobre todo, en su última etapa de gobierno y con otros que le antecedieron; entonces, se desnaturaliza y desvirtúa el objetivo para el que fueron creadas. “Los gobiernos como actores de la esfera pública deben ocuparse de elaborar, construir y sostener su comunicación para legitimar sus decisiones” (Diermann, 2010).
Para ello es clave que todos los públicos estén al tanto de la información, que la política comunicativa del régimen logre comunicar su trabajo y sus decisiones, no se quede en el plano de la información, que los mensajes lleguen a los destinatarios para ser decodificados por ellos y se busquen mecanismos de feedback que puedan generar una suerte de usina de ideas entre mandatario y mandantes, allí se podrá decir que la estrategia comunicacional del gobierno se sustenta en políticas robustas de doble vía y que aquellas cadenas nacionales que no aportaban nada nuevo y que, como dice un distinguido colega, solo servían para partir los noticiarios o el programa favorito de cada ecuatoriano quedaron en el pasado, pues el éxito comunicacional de una autoridad no está en generar una sobreexposición de su figura.
Recordemos que existen contextos de alta importancia, como situaciones de riesgo, crisis y desastres que deben ser difundidas masivamente y que es deber de la autoridad que toda la población las conozca, las entienda y las acepte, porque de ello dependerá el manejo y gestión favorable de las mismas, la situación de la pandemia del Covid-19 es uno de los mejores ejemplos de la falta versus la necesidad de información, pero, seguramente, no será la última; por eso, la estrategia de comunicación gubernamental debe ser flexible y coherente de acuerdo a las realidades por las que pasa el país en diferentes contextos, por ello es fundamental lograr un equilibrio en el manejo de la información, hay temas imprescindibles que no pueden quedar sin ser difundidos a todos los públicos, aspectos que por su propia naturaleza e importancia deben ser ampliamente divulgados, no se trata de satanizar las cadenas nacionales, se trata de darles el valor, el peso, la utilidad, la trascendencia que realmente tienen; por último, recordemos que las redes sociales, siendo importantes, no son los únicos medios para poder comunicar, son una parte.