Por: Karen Garzón-Sherdek
Es imperativo fortalecer la democracia y la gobernabilidad para la construcción de sociedades más justas e igualitarias y para esto se requiere promover la participación y representación política de las mujeres. Si bien el camino por la democracia paritaria ha avanzado, aún existe mucho por hacer para alcanzarla. A pesar de los avances formales en cuanto a paridad de género en procesos electorales en América Latina, el camino continúa siendo desproporcional para las mujeres, quienes deben hacer frente a múltiples obstáculos desde su candidatura hasta que ejercen el cargo (refrendar en reiteradas ocasiones su capacidad para liderar).
Aunque en Ecuador la paridad está determinada en la Constitución de la República y en las leyes electorales, la participación y representación de las mujeres en la política se ve empañada por diversos aspectos, entre ellos la violencia de género y el machismo estructural.
Para las Elecciones Presidenciales y Legislativas de 2013 participaron 46,85% mujeres, sin embargo, fueron electas apenas 53, logrando el 38,7% de representatividad. Para los comicios de 2017, se candidatizaron 46,51% mujeres, siendo electas 52; es decir, el 38% de la composición del poder legislativo. Estos fueron algunos de los motivos que fomentaron la reforma del artículo 99 del Código de la Democracia en 2020, el cual establece la paridad de género en el encabezamiento de listas para las elecciones unipersonales y pluripersonales, con un criterio de progresividad del 15%. Esto significa que para el 2021 se tenía previsto contar con el 15%, para el 2023 el 30% y para el 2025 el 50%. Con los resultados preliminares de las elecciones 2021, podemos evidenciar que la representación de las mujeres en la Asamblea Nacional continúa bordeando el 38%, por lo que es imperativo que para 2025 se cumpla con la esencia de la norma. Para esto los partidos y movimientos políticos tienen un rol clave.
Si bien se ha avanzado en los últimos años en una dimensión descriptiva (número de mujeres en cargos de representación política), es importante que se fomente la igualdad sustantiva que permita a las mujeres practicar el poder en condiciones iguales con la aplicación de políticas públicas conducentes a la igualdad de género. En este último aspecto, las organizaciones políticas deben promover y fortalecer estos liderazgos en pro de la igualdad de género, solo así se podrá cambiar el sistema político, repleto aún de discriminación y violencia.