Por Pablo Araujo
Al día que preparo esta editorial ha pasado un año, ocho meses y tres días desde que en Ecuador entrábamos al confinamiento. Hemos vivido los primeros 613 días de crisis sanitaria a causa de la Covid19. Y en la Universidad pública nos preparamos para un retorno progresivo a las actividades.
Frente a los retos que ha significado continuar, de manera virtual, con las actividades académicas, investigación y vinculación con la sociedad. En la Universidad Central gracias a la gestión de las autoridades, los profesores formamos grupos de trabajo inter y transdisciplinar.
Desde el 15 al 17 de noviembre de 2021, convocados por la Dirección de Desarrollo Académico nos reunimos en el seminario “La Universidad, de la Educación Virtual a la Educación Presencial”, evento virtual donde compartimos nuestras experiencias docentes en la virtualidad.
Se presentaron casos interesantes en innovación docente universitaria, cuando se lograron integrar pedagógicamente las TICs en nuestros planes académicos.
En ciertos ámbitos hemos logrado aprendizaje a través de la experiencia, con lo que llamamos las Masterclass. Fomentamos la metodología de enseñanza por proyectos, la construcción de conocimiento por parte de los estudiantes, la colaboración en el aprendizaje, la personalización de la enseñanza, entre otros.
Así como, también escuchamos testimonios de retroceso en los procesos de enseñanza-aprendizaje. ¿quién nos dijo que transitamos un camino sencillo?
Una de las primeras conclusiones es que todavía no se ha producido una real disrupción digital del sistema educativo universitario, sin embargo, las evidencias muestran que vamos caminando hacia ello.
La enseñanza universitaria está experimentado un proceso gradual de transformación, que consiste no sólo en la introducción de las tecnologías, sino un replanteamiento de mayor profundidad y alcance que va más allá de las innovaciones superficiales pedagógicas, de las técnicas didácticas o de las prácticas de aula utilizando diversas y variadas tecnologías.
La definitiva inclusión de las tecnologías en la enseñanza superior representa una gran oportunidad para el cambio educativo.
Ya que su presencia en la virtualidad nos ha permitido implementar muchos de los principios pedagógicos de la Universidad Nueva en la vieja Universidad. Y eso es ya un cambio positivo que debemos seguir replicando.