Cada 3 de diciembre se celebra el Día Internacional del Médico. Es una fecha decretada para homenajear al médico que descubrió el mosquito Aedes Aegypti como transmisor de la fiebre amarilla, el cubano Carlos J. Finlay Barrés, pero también es para el tributo a todos los profesionales de la medicina.
Este destacado doctor y científico contribuyó a salvar la vida de los soldados americanos, así como de la población civil en América Latina. Por todas sus aportaciones a la medicina, se decidió por parte de la Confederación Médica Panamericana en 1933 que el 3 de diciembre, día de su natalicio, fuera una fecha dedicada a la profesión que dignamente representó para dejar un gran legado a la humanidad.
Finlay fue un científico integral pues, a su trascendental obra en relación con la fiebre amarilla, unió su dedicación al estudio de otras dolencias como la lepra, las enfermedades de la visión, la malaria, el beriberi, la corea, la tuberculosis y el absceso hepático.
Fue él incluso quien primero descubrió la existencia en Cuba de enfermedades como el bocio exoftálmico, la filariasis y la triquinosis; se adelantó a Carl von Rokitansky en la afirmación del origen hídrico del cólera y su observación sobre el tétanos infantil posibilitó hacer descender la mortalidad por dicha causa.
Su gran contribución para liberar al género humano de los terribles estragos de la fiebre amarilla y erradicar otras enfermedades, lo convirtieron en benefactor de la humanidad. Los médicos son vistos como verdaderos héroes en la sociedad actual. En estos momentos, donde el mundo atraviesa momentos difíciles, su labor y gran esfuerzo por salvar vidas, pone más vigente que nunca, el llamado juramento hipocrático, que establece el inmenso amor y pasión de servicio que debe tener toda persona que se dedica a esta loable profesión.
Fuente: Wikipedia, https://fundacionio.com/arte/historia/biografias/carlos-finlay/