Por: Héctor Calderón
La adjudicación del campo Sacha ha dejado en evidencia, nuevamente, la desprolijidad con la que actúa el gobierno de Daniel Noboa. Cómo pretenden el presidente, sus ministros y voceros que no se generen dudas alrededor de este tema; cuando desde Carondelet no se generan certezas. Recién la tarde del miércoles, 5 días después del anuncio oficial de la adjudicación, aparece un pronunciamiento de Noboa, por redes y a través de una carta.
Cómo ha sido costumbre en su gestión, el gobierno se dejó ganar el relato. Las apariciones tardías de Inés Manzano y Daniel Noboa han permitido que se posicione la idea que este es un mal negocio para el Ecuador y que, inclusive, podría beneficiar a la familia del mismo presidente.
El hecho de que se anuncie previo a un feriado, de que el proceso se lo haga a un mes de las elecciones, de que los teléfonos de una de las empresas del consorcio coincidan con las de El Ordeño, que la participación del Estado en la renta petrolera sea inmensamente menor que la del adjudicado; no hace más que ensombrecer este contrato, que involucra, según los expertos, a la joya de la corona petrolera del país.
Si esta concesión es tan importante como dice el Gobierno; ¿por qué dejan tantas dudas? ¿Por qué no asumió Noboa la vocería principal y nos dio la “gran noticia” a los ecuatorianos con una explicación técnica de los beneficios para el país? Hoy nos quieren convencer con una prima de 1500 millones de dólares que, también según expertos, es muy poco en comparación con lo que producirá Sacha durante los 20 años de concesión.
Este contrato también nos deja otra duda. ¿Realmente PetroEcuador no está en capacidad de explotar Sacha? ¿Es a propósito que hacen fracasar la gestión del Estado y, así, poder justificar la concesión y privatización de servicios?
Otra vez, estas dudas se profundizan por la poca transparencia y la escasez de certezas en el discurso gubernamental. Está claro que la comunicación no es una de las fortalezas de este gobierno, y en este punto ya nos preguntamos, ¿tiene alguna?
La opinión de Héctor Calderón