Por: Pablo Araujo Ph.D. en Biotecnología, Ingeniero químico y profesor universitario.
Es por todos conocido que los átomos se unen entre sí para formar moléculas. Un molécula puede hacer mas cosas que un átomo, y claro depende del tipo y cantidad de átomos que se junten para llegar a tener moléculas tan fascinantes como las proteínas, el ADN, entre otras. En la química de los compuestos relacionados con la vida, la unión mas común entre átomos se conoce como enlace covalente.
Para que se forme un enlace covalente es necesario el intercambio de pares de electrones. Logrando con esto que cada átomo alcance una configuración electrónica estable, lo cual, ocasiona un equilibrio entre las fuerzas de atracción y repulsión.
Por un instante imaginemos a las Universidades e Institutos de investigación públicos como los átomos. Los proyectos de investigación y/o vinculación con la colectividad son los electrones que cada Universidad presenta a la sociedad. Estas entidades que no deben trabajar aisladas necesitan compartir sus electrones, de tal forma que, al formarse el enlace con empresas, fondos de inversión públicos o privados, se obtengan productos y/o servicios impactantes en la sociedad.
Para que el enlace sea efectivo, las organizaciones involucradas deben cumplir su función. En esto hay roles claramente definidos, primero tenemos al Estado cuya regulación es fundamental, pero sin pasar del punto del control al de la intervención. Una política estatal que debe ser prioridad, sin importar el gobierno que conduzca los destinos del país, es la inversión constante en ciencia, tecnología y vinculación con la sociedad, a través de las Universidades y centros de investigación públicos. Segundo, necesitamos un empresariado con mente abierta y dispuesto a fomentar e invertir en investigación y vinculación con la colectividad, alejándonos de entidades mediocres y dependientes del Estado. Tercero, las Universidades públicas deben sacar partido de la fortaleza que nace en su talento humano formado y especializado, gestionando efectivamente su producción de conocimiento presentando proyectos que solucionen problemas reales del Ecuador.
Un ejemplo de la efectividad de que estas relaciones, estado, universidad y fondos privados, lo podemos ver en el RDIF que es el fondo soberano de Rusia. El cual fue creado para coinvertir con inversores internacionales en proyectos de alto impacto. Un resultado de este enlace está en la vacuna Sputnik V.
Sí, se reduce el tamaño de la inversión o se eliminan de forma absurda organismos de control y distribución de recursos, ninguna molécula estable se podrá formar, lo cual nos condena a seguir importando ciencia y tecnología que bien podemos generar aquí, para beneficio de todos.