Por: Tatiana Sonnenholzner, especialista en comunicación digital
No me importa -siendo educada- su ideología política. Nunca entendí bien los conceptos que repiten como mantra cada cuatro años sobre la izquierda, la derecha, el socialismo, el blahblahismo. No me importa porque a ustedes tampoco, pienso que están igual de confundidos que yo. Alguien alguna vez les leyó la teoría y la abrazaron creyendo que ese es el ritual para que surja la magia. Lo qué pasa es que ustedes no son magos ni brujas, son corruptos con ínfulas de salvadores, cuando lo que motiva su altruismo es poner la gigantografía de su cara con la banda tricolor que escribe “Presidente” adornando la sala de su casa o para que los vecinos les dejen de llamar por su nombre de pila y antepongan el sustantivo “Señor”, siendo así la única vez que se lo ganen.
Sería muy irresponsable de mi parte sentenciar que Ecuador pasó de un gobierno de izquierda a uno de derecha y viceversa por los siglos de los siglos amén, de lo que si me voy a responsabilizar es de decir que el país ha tenido, hasta el tiempo presente, gobiernos corruptos. No hace falta ser investigadora privada, vidente, shaman o genio para darse cuenta de aquello. Para muestra, un botón.
Cómo explicarían que tras 7 años del terremoto los afectados sigan durmiendo en carpas. O que continúen impunes quienes plagiaron carnets de discapacidad, adulteraron medicinas, vendieron con sobreprecio fundas para cadáveres y escogieron de tínmarín a sus panas para las vacunas. O que cada cierto tiempo las personas privadas de libertad les demuestren, de manera práctica, a los guardias penitenciarios como sus armas son más modernas y eficacez. O tal vez, como cuando una mujer entró a una escuela de policia y la encontraron asesinada días después sin que nadie viera ni oyera nada, igual que a Nayeli, Denisse y Yuliana que aparecieron muertas en la orilla de un río en Esmeraldas, después de ser brutalmente abusadas. O como es que en esa misma provincia, en la que en 2022 se registraron 322 muertes violentas, hoy no sólo que eso se potenció, además se convirtió en zona de guerra del narcotráfico.
Podría seguir presentando evidencias, pero esto no es un juicio, no uno más, que ya tienen algunos que atender. Esto es solo la superficie de una cloaca en la que han hundido al país por caprichos avaros. Es solo la muestra de que la corrupción no es traspapelar unos billetes y con ellos cambiarse al auto del año. Ese sacar de aquí y poner allá se paga con la condena a la miseria, la pagan los niños y niñas sin acceso a educación y con graves problemas de desnutrición, que nacen, crecen y se reproducen en hogares rotos por sus sobres cerrados al mejor postor, con el cuerpo de las mujeres víctimas de una sociedad machista que entiende al femicidio como la solución a un conflicto y que obliga a sus niñas a parir hijos de sus verdugos o peor aún, con la firme y única creencia que tienen los olvidados de que un porvenir mejor esta en los negocios ilícitos porque del Estado, nada.
Sin embargo, como si fuera una mala broma, ese precio también lo pagan ustedes y si no lo llegan a sentir en carne propia, serán sus futuras generaciones. Porque mientras juegan al pimpom del culpable con diferente ideología política, la tierra continúa girando y como un cáncer sin tratamiento la metástasis llega tarde o temprano para amputar hasta lo sano. Ojalá, pensando en eso, controlen sus ganas de ser y empiecen a hacer, aunque talvez, basándonos en la experiencia, queden impunes por esos jueces que ponen debajo de la sotana la ética y el juramento que algún día hicieron de buscar justicia. Pero la culpa de ser los causantes, complices y alcahuetes del deterioro social no les aliviara ni Dios, ese al que tanto le rezan e invocan cada vez que necesitan justificar su inoperancia.
Opinión en Primera Plana.