Por: Héctor Calderón
Finalmente, la papeleta presidencial no será tan extensa como en otras elecciones, pero sigue, todavía, abonando a la polarización. Desde el adalid de la lucha por la corrupción, pasando por el rambo ecuatoriano y terminando con una progresista próvida; el camino a las urnas será tormentoso, con ataques de lado y lado, con la pugna correista-anticorreista que no se agota y en el medio un país que requiere atención urgente.
¿Qué esperar de las candidaturas? Los primeros en saltar a la cancha fueron Fernando Villavicencio y Jan Topic, quienes dejaron claro cuál será el foco de su campaña: la lucha contra la corrupción y el combate contra el crimen organizado respectivamente. Yaku Pérez también anunció rápidamente su candidatura, auspiciada por movimientos de izquierda y que intentará demostrar ser una opción progresista, preocupada por el medio ambiente y el desarrollo sustentable. Con más dudas que certezas, Otto Sonnenholzner y Xavier Hervas también confirmaron su presencia en la papeleta. El ex vicepresidente de Lenin Moreno lo hará por la coalición Avanza-SUMA, lo que deja más dudas sobre la base ideológica del candidato, quien hábilmente trata de convertirse en la opción de tercera vía, la neutra, la del centro. Por su parte, el ex candidato de la Izquierda Democrática decidió postularse por un movimiento poco conocido e intentará capitalizar la campaña del 2021, aunque esta vez, los tiktoks no serán suficientes. La última candidatura en confirmarse fue la de Luisa González. Finalmente, la ex asambleísta fue la escogida por la Revolución Ciudadana con el objetivo de tener a la primera presidenta del Ecuador. ¿Es una buena jugada tener a una mujer como candidata? En los papeles diría que sí, el problema es que el perfil ideológico de González se contradice con los valores de la histórica lucha feminista, por lo que será difícil que las organizaciones de mujeres cierren filas alrededor de esta candidatura.
Esta campaña tendrá algunos aditamentos adicionales. Primero será para un Gobierno de transición, es decir, quien gane estará en el poder apenas un año y medio, por lo que sus planteamientos deben estar alrededor de las soluciones inmediatas que requiere el país. Ya no nos sirven las excusas, todos quienes son candidatos saben las condiciones en las que recibirán al Ecuador y tienen que estar conscientes que en 18 meses de gestión deben, al menos, estabilizar al país. Otro componente es el de la paridad de género. La figura de las mujeres será fundamental, al menos así debería ser. Parte de las campañas y mensajes tienen que basarse en los perfiles, capacidades y condiciones de liderazgo de las candidatas, más aun, cuando hay una candidata presidencial. La consulta del Yasuní en otro elemento de este proceso. Es una prueba de fuego para las candidaturas que tienen como bandera de lucha el cuidado del medio ambiente, el desarrollo armónico con la naturaleza. Muchas posturas quedarán al descubierto.
¿Qué le queda a la ciudadanía? Lo de siempre. Informarnos, escuchar, analizar, tratar de entender cuál es la mejor opción para resolver los problemas que tiene el país. La mayoría, por no decir todos, ya estamos cansados de la polarización. Necesitamos que haya un pacto de unidad, que gane quien gane lo haga con un plan que promueva la paz, la justicia, la equidad social. ¿Es imposible? Claro que no. La responsabilidad está en nuestra clase política, que debe entender el momento que vive el país, que no requerimos de caudillismos ni súper héroes o heroínas, sino de gente comprometida, honesta y con la convicción de sacar el país adelante.
Opinión en Primera Plana.