Por: Héctor Calderón
5 medallas de oro y 7 diplomas olímpicos son el resultado de, lo que podríamos describir, como la mejor participación de los deportistas ecuatorianos en una olimpiada. 12 de 40 atletas ecuatorianos que acudieron a París 2024 dejaron la bandera de Ecuador en todo lo alto. Ya no son casos aislados o en una disciplina específica; esta es vez, nuestros deportistas destacaron en marcha, pesas, lucha, BMX, boxeo. Sin duda, un claro ejemplo de que en el país hay talento y de sobra.
Pero, la pregunta clave es ¿estos éxitos deportivos son parte de una política pública de alto rendimiento en el país o son producto del esfuerzo personal y familiar de los atletas que por su cuenta han logrado salir adelante, conseguir auspicio privado y alcanzar sus metas?
Lastimosamente la respuesta está en la segunda interrogante. El país no cuenta, desde hace varios años, con una política pública que apoye al deporte y al alto rendimiento. Inclusive tuvimos un presidente que tuvo el descaro de decir que para qué vamos a invertir en el deporte, si los atletas nunca traen medallas. Sí, el inefable Lenin Moreno. Justamente a partir de ese gobierno el deporte ecuatoriano quedó completamente en el olvido, o sino revisemos qué ha sucedido con los centros de alto rendimiento, que al igual que las escuelas del Milenio, se han convertido en elefantes blancos abandonados por la desidia y negligencia estatal.
Y todo esto se comprueba con lo que mencionan nuestros deportistas. No olvidemos que Glenda Morejón no tenía ni zapatos para competir. No olvidemos que cuando Richard Carapaz ganó la de oro en Tokio, inmediatamente, destacó que era un triunfo individual y de su familia. No olvidemos las declaraciones de Neysi Dajomes quien, varias veces, ha relatado como ella, su hermana y demás deportistas no han tenido las condiciones mínimas para prepararse y entrenarse. Imagínense los resultados que tendríamos si estos y más deportistas hubiesen sido parte de un programa de alto rendimiento, no hablaríamos de 5 medallas, no hablaríamos de solo una de oro, seríamos potencia.
Nuestros deportistas son un ejemplo que seguir. No basta con el premio que reciben tras ganar una medalla, no basta con el abrazo y felicitación de los ministros de Deporte de turno. En el Ecuador hay madera que necesita ser trabajada seriamente desde el inicio, desde los primeros años. ¿Queremos sacar a los jóvenes de las bandas criminales? Démosles herramientas, oportunidades. Invirtamos en educación, en deporte, en cultura.
Pintado, Morejón, Dajomes, Palacios, Yépez dan esperanza al país de que las cosas pueden cambiar. Su ejemplo debe lograr que el futuro de niños, niñas y jóvenes sea una prioridad para el Estado.
No necesitamos armas; necesitamos oportunidades, necesitamos políticas, programas que permitan el acceso de nuestra niñez y juventud a la educación y el deporte.
La opinión de Héctor Calderón