En la Plaza de San Pedro más de 200.000 personas dieron el último adiós este sábado al papa Francisco, el primer Pontífice latinoamericano, con la participación de más de 180 delegaciones, llegadas al Vaticano desde todas partes del mundo.
Las exequias fueron tan solemnes y con tantos símbolos como las de sus predecesores.

La liturgia exequial, comenzó a las 10:00 hora local (8:00 GMT), y estuvo presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio.
Concelebraron los 220 cardenales y unos 750 entre obispos y sacerdotes, que estuvieron colocados en el lado izquierdo de la plaza.

El féretro fue llevado por los ‘sediarios’ desde el interior de la basílica a la plaza de San Pedro y colocado en el centro del ‘sagrado’ y con un libro del Evangelio sobre el.
La ceremonia fue en latín con la primera lectura en inglés, la segunda en español y la homilía leída por Re en italiano.
Los ‘ritus initiales’ comenzaron con el canto del requiem y la antífona de entrada: «Da, Señor, el descanso eterno y brille para él la luz perpetua».
Legado de paz: “Construir puentes y no muros”
Durante la misa, el cardenal Battista Re, puso en relieve el infatigable compromiso del papa Francisco con la paz durante la homilía de su funeral.
Ante más de 50 líderes mundiales, el cardenal destacó la frase emblemática del pontífice: «Construir puentes y no muros», un llamamiento que marcó todo su pontificado.
«Frente al estallido de tantas guerras en estos años, con horrores inhumanos e innumerables muertos y destrucciones, el papa Francisco elevó incesantemente su voz implorando la paz e invitando a la sensatez», expresó Re durante la ceremonia.
La defensa de los migrantes ocupó un lugar central en la homilía. El cardenal recordó momentos significativos como «el primer viaje del Papa Francisco a Lampedusa, isla símbolo del drama de la emigración con miles de personas ahogadas en el mar».
También mencionó su visita a Lesbos junto al Patriarca Ecuménico y el Arzobispo de Atenas, así como la histórica misa celebrada en la frontera entre México y Estados Unidos.
“Construir puentes y no muros” es una exhortación que repitió muchas veces y su servicio a la fe como sucesor del apóstol Pedro estuvo siempre unido al servicio al hombre en todas sus dimensiones», subrayó el cardenal en honor al pontífice argentino.
Más de 50 líderes mundiales
El funeral del papa Francisco reunió a decenas de líderes internacionales. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump; el de Francia, Emmanuel Macron, y el de Ucrania, Volodimir Zelensky, se sentaron en primera línea, durante la ceremonia celebrada en la plaza de San Pedro.

Trump, acompañado por la primera dama, Melania, se sentó en el comienzo de uno de los bancos de la primera fila y en el banco inmediato, separado por un pasillo, estaba el presidente de Finlandia,Alexander Stubb, y a su lado, Macron, quien también estuvo acompañado por su esposa Brigitte.


Sin embargo, la colocación de los bancos en la plaza vaticana hizo que Zelensky también estuviera en primera fila a pesar de que Ucrania (‘Ukraine’) está lejos de Estados Unidos (‘Etats-Unis) en el alfabeto.

A dos asientos a la izquierda de Melania Trump pudo verse al rey de España, Felipe VI, y a la reina Letizia, que encabezan la delegación española.
En primera fila también se encontró Javier Milei, presidente de Argentina, junto a la delegación italiana encabezada por Sergio Mattarella y Giorgia Meloni, tal y como dispone el estricto protocolo del funeral.

Además de Milei, entre los mandatarios latinoamericanos también estuvieron Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Daniel Noboa (Ecuador), Luis Abinader (República Dominicana) y Xiomara Castro (Honduras).

Lula llegó con su esposa Janja y entró en la plaza vaticana poco después de que lo hiciera Milei, a pocos minutos del inicio del solemne funeral y con campanas de fondo.
Las calles de Roma también despidieron al papa
El funeral del papa Francisco en la plaza de San Pedro terminó poco después de las 12.00 hora local (10.00 GMT), tras una solemne y emotiva ceremonia en la que se recordó el legado del pontificado de Francisco ante los principales mandatarios mundiales.

El traslado del féretro inició hacia la Basílica Santa María La Mayor.
Unas 150.000 personas se concentraron al paso del cortejo fúnebre por las calles de Roma tras el funeral, desde San Pedro a la basílica de Santa María la Mayor para su entierro.

Las decenas de miles de personas se agolparon por la calles en los seis kilómetros de recorrido para ver pasar el féretro que había sido colocado en uno de los papamóviles usados durante los viajes internacionales del pontífice.
El ataúd salió tras las exequias de las murallas del Vaticano a las 12.30 hora local (10.30 GMT) por la Puerta del Perugino, la que da acceso a la que a lo largo de sus más de doce años fue su residencia pontificia, la Casa Santa Marta.

Después, emprendió su ruta por la avenida ‘Vittorio Emanuele’ para llegar después a la Plaza de Venecia y recorrió la vía de los Foros Imperiales para pasar por delante del Coliseo al que solía ir el Viernes Santo a presidir el Vía Crucis.
Tras bordear el Anfiteatro Flavio, el vehículo puso rumbo a su destino final: la basílica de Santa María la Mayor, la misma a la que antes y después de cada viaje apostólico acudía a rezar ante su Virgen, la ‘Salus Populi Romani, de la que era muy devoto y donde expresó que quería ser enterrado.
A las puertas del templo un grupo de personas pobres e inmigrantes acogió el féretro con una rosa en la mano.

La última imagen para la Historia fue el féretro de Francisco ante su querido icono.
En su testamento, fechado el 29 de junio de 2022, el Sumo Pontífice pidió que sus restos mortales fueran enterrados en esa iglesia, la más grande de las dedicadas en Roma a la Virgen María, porque “siempre he confiado mi vida y mi ministerio sacerdotal y episcopal a la Madre de Nuestro Señor”.

“Deseo que mi último viaje terrenal concluya precisamente en este antiguo santuario mariano donde fui a orar al inicio y al final de cada Viaje Apostólico para confiar con confianza mis intenciones a la Madre Inmaculada y agradecerle su cuidado dócil y maternal”, manifestó.
El Santo Padre, “sintiendo que se acerca el fin de mi vida terrena y con viva esperanza en la vida eterna”, solicitó que su sepulcro “debe estar en la tierra; sencillo, sin decoración particular y con la única inscripción: Franciscus”.
En el texto, el Obispo de Roma dedicó unas palabras “a quienes me han amado y seguirán orando por mí”, para que les dé su recompensa el Señor, a quien ofreció “el sufrimiento que se hizo presente en la última parte de mi vida por la paz en el mundo y la fraternidad entre los pueblos”.
El entierro en el nicho de la nave lateral de la basílica liberiana, entre la Capilla Paolina y la Capilla Sforza, inició a las 13:11 hora local, sin acceso público, y fue precedido por el canto de cuatro salmos y acompañado por cinco intercesiones, tras lo cual se entonó el Padrenuestro.
Después de la oración final, sobre el féretro que contiene los restos del Papa Francisco se imprimieron los sellos del camarlengo de la Iglesia católica, cardenal Kevin Farrell, así como el de la Prefectura de la Casa Pontificia, el de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Romano Pontífice y del Capítulo Liberiano.
Luego se colocó el féretro en el sepulcro y se roció con agua bendita mientras se entonó la oración Regina Caeli, tras lo cual el notario del Capítulo Liberiano redactó el acta auténtica que certificó el entierro y la leyó a los presentes.
La muerte del papa Francisco representó un duro golpe para la humanidad, pues su partida física dejó un vacío en momentos complejos para el mundo, aunque también nos lega su obra y su ejemplo inspirador e imperecedero.