Por: Héctor Calderón
El Gobierno Nacional no deja de sorprender y cada día se convierte en un meme diferente. La crisis energética ha demostrado que Noboa y sus ministros nunca estuvieron preparados para gobernar, sus decisiones y apariciones públicas son contradictorias, fallidas e improvisadas.
A la vergüenza y burla que genera el Gobierno de Noboa se ha sumado la cúpula policial. En una increíble rueda de prensa, un general de la Policía Nacional pidió a la ciudadanía que tenga pitos en casa para que pueda alertar cualquier peligro durante el apagón. Sí, en el siglo XXI, en Ecuador, debemos vivir con velas y pitos para sentirnos seguros. Como dirían por ahí, “una cosa de locos”.
Lastimosamente la credibilidad de las autoridades e instituciones está por los suelos. El mismo Noboa nos aseguraba hace pocos meses que con la Ley No más apagones se acaban los cortes. Hace dos días, sí, hace dos días, el bravucón del ministro Arturo Félix Wong insistía en una entrevista televisiva que todo estaba bajo control, que no habría apagones. Por su parte, este miércoles el ministro de Energía, Antonio Goncalves, ahora dice que el corte no será de 8 horas, sino de 3 o 4 dependiendo del caso. Una falta de planificación absoluta.
¿Sabrán los iluminados de Carondelet que según los cálculos de la Cámara de la Industria y Producción, cada hora sin luz representa una pérdida de más de dos millones de dólares. La misma Cámara de Comercio de Quito, que en su momento cerró filas a favor del Gobierno, hoy publica una encuesta en la que sus empresas y comercios asociados informan que habrá una disminución considerable en sus ventas.
Noboa no tiene justificación alguna. Basta con remitirse al debate presidencial cuando él, solito sin presión de nadie, hablaba del estiaje y sequía que se produciría tras el Fenómeno de El Niño. Él y su equipo sabían en lo que se metían, lo que no sabían es que no iban a ser capaces de enfrentar el problema. Sabían que se venía la sequía, sabían que había que planificar y prevenir; pero no hicieron nada.
Y ahora, ante tanta burla, mema e incapacidad, simplemente, no sabemos si reír o llorar.
La opinión de Héctor Calderón