Por: Héctor Calderón
¿Por qué la propuesta de eliminar el financiamiento estatal de campañas electorales es populista y demagogo? Simple. El Fondo de Promoción electoral fue creado bajo los principios de equidad, inclusión y, obviamente, democracia.
El decreto presidencial remitido a la Asamblea Nacional, tras el visto bueno de la Corte Constitucional, pretende modificar los artículos 110 y 115 de la ley Constitución, en los que se establece que los partidos políticos recibirán asignaciones sujetas a control.
Esta propuesta de Daniel Noboa favorece, únicamente, a grupos políticos y económicos, como el de él, que tienen los recursos suficientes para invertir en una campaña electoral y llegar con su imagen y propuestas a todos los sectores y por todos los canales. Inclusive, y eso no lo dice quien trata de erigirse como el adalid de la lucha contra el crimen organizado, con esta propuesta se abre una nueva ventana para el lavado de dinero y la filtración de la narco política en más espacios.
Actualmente, el Fondo de Promoción Electoral se utiliza para gastos en radio, prensa escrita, vallas publicitarias, televisión y medios digitales; y, evidentemente, su distribución permite generar condiciones de equidad en la contienda electoral.
¿Qué todo está bien? Claro que no. El código de la Democracia requiere cambios urgentes, pero no este. No podemos decir que somos demócratas cuando atentamos contra uno de sus principales principios: la participación.
Las reformas deben concentrarse en el fortalecimiento de los partidos y movimientos, en la erradicación de los partidos de alquiler, los camisetazos, la violencia y discriminación política, como la que -por ejemplo- ocurre con la vicepresidenta Verónica Abad; y más control sobre la pauta gubernamental de un presidente candidato que sí utiliza recursos públicos para promocionarse.
La propuesta de Noboa no soluciona el problema, lo profundiza. Populismo puro y duro, que sumado a la demagogia e incapacidad, hacen mucho daño al país y si débil democracia.
La opinión de Héctor Calderón