De entre las muchas estrategias que se están investigando contra el cáncer, una de las más interesantes es aquella que busca combatir la enfermedad con luz.
Una de las técnicas de tratamiento recibe el nombre de «terapia fotodinámica». Consiste en aplicar una radiación de luz como método para frenar la proliferación de las células cancerígenas. La terapia fotodinámica es una técnica no invasiva que se lleva empleando con éxito en los hospitales desde 1970, principalmente para el cáncer de piel y para tumores superficiales muy localizados donde la aplicación de luz es accesible.
La técnica se basa en un tipo muy particular de moléculas denominadas «fotosensibilizadores»: sustancias capaces de capturar la energía de la luz. Estas no suelen tener actividad farmacológica por sí mismas, pero cuando se irradian con luz se activan y desencadenan una serie de reacciones químicas que terminan induciendo la muerte de las células cancerígenas.
La terapia fotodinámica requiere de la presencia simultánea de tres elementos: el fotosensibilizador, la luz y el oxígeno. Los dos primeros son agentes externos, el oxígeno es un factor endógeno que se encuentra presente en el interior de nuestras células. Cuando el oxígeno celular recibe esta transferencia de energía se genera un oxígeno reactivo que es tremendamente tóxico para la célula cancerígena y termina destruyéndola.
A pesar de las ventajas que ofrece la terapia fotodinámica, esta estrategia tiene un punto débil, que a menudo impide su efecto terapéutico. Se trata del tercer elemento: el oxígeno. En general, en el interior de los tumores la cantidad de oxígeno es realmente baja.
También, la escasa penetración de la luz en los tejidos más internos también limita el efecto de este tratamiento.
Muchos de los fármacos anticancerígenos que se utilizan actualmente, como la quimioterapia, presentan un gran inconveniente: la selectividad o, más bien, la falta de ella. Ello provoca la aparición de efectos secundarios como la pérdida de cabello, vómitos, diarreas y náuseas, entre otros.
Como alternativa a la quimioterapia convencional, la comunidad científica lleva décadas aunando sus esfuerzos para desarrollar tratamientos que mejoren esa selectividad con el objetivo de minimizar los efectos secundarios.
A pesar de ello, la fototerapia del cáncer presenta un futuro prometedor. Las investigaciones científicas actuales están centradas en el diseño de nuevos fármacos fotosensibilizantes con efectos mejorados: desde una mayor acumulación en el tejido tumoral o una mayor activación al aplicar la luz hasta el desarrollo de moléculas que actúan con independencia del oxígeno.
Los avances en tecnología óptica están permitiendo el desarrollo de sondas y fibras capaces de conducir la luz hasta áreas internas del cuerpo humano, lo que permitiría su aplicación en otros tipos de cáncer todavía inexplorados por esta terapia.
Fuente: BBC