Por: Héctor Calderón
Llegó la lluvia y con ella la esperanza de que la crisis energética termine. Estos tres meses han causado un profundo impacto en la economía del país, en el medio ambiente (por el uso excesivo de generadores), y, principalmente, en el bolsillo y en la salud mental de los ecuatorianos.
El país estuvo en las tinieblas. Hubo días en que los cortes llegaban a 14 horas diarias y, de acuerdo, a cifras del Comité Empresarial Ecuatoriano, las pérdidas bordean los 4 mil millones de dólares.
Hoy el gobierno de Daniel Noboa intenta posicionarse como el salvador, como que ellos son quienes han resuelto la crisis, cuando todos sabemos que la principal, por no decir única razón, es que llegaron las lluvias. Noboa ya está un año en el poder y durante esos 12 meses no hizo absolutamente nada por evitar la crisis, a pesar de las advertencias de la ex ministra de Energía, Andrea Arrobo; y, a pesar de que él mismo, en campaña nos dijo que sabía qué hacer.
No debemos olvidar cómo este Gobierno trató de minimizar la crisis. Sus ministros expresaron en varias ocasiones que no iban a haber cortes, hablaron de boicot, sabotaje, se atrevieron a decir que alguien vació las repesas. El mismo Noboa apareció en una cadena para decirnos que con la Ley No más apagones se solucionaba el problema. Al final, toda esta cadena de mentiras y deslices comunicacionales quedaron al descubierto.
Obviamente, todos nos alegramos de que terminen los apagones. Todos queremos que el país camine, que las empresas y negocios se recuperen, que las familias tengan bienestar; pero no debemos olvidar quienes nos condujeron a esta crisis. El odio, la vanidad, el cálculo político y, sobre todo, la negligencia de los Moreno, Lasso y Noboa nos trajeron hasta acá.
Finalmente, San Pedro nos hizo el milagro, no lo olvidemos cuando en campaña escuchemos el baratillo de ofertas sin fundamento ni planificación.
Llovió, pero si no cambiamos de rumbo, el país seguirá en la oscuridad.
La opinión de Héctor Calderón