Análisis del debate y las posiciones políticas de los principales actores políticos
Por: Selene López
Observando el debate presidencial en Ecuador, recordé a Colin Crunch y sus magníficas reflexiones sobre la democracia. Colin Crunch (2014) describe una condición permanente de aburrimiento, la frustración y la desilusión que envuelven a los electores a pesar de seguir utilizando todas las instituciones de la democracia. Lejos de ser un proceso que entusiasme, las elecciones de 2021 están marcadas por los des: descomposición, desinstitucionalización, desesperanza, desilusión, desencanto, decepción.
Ecuador atraviesa una crisis de legitimidad y un profundo rechazo a las instituciones políticas en primer y segundo orden. Hoy en día, los ecuatorianos confían más en instituciones como la Iglesia, la empresa privada y los militares que en los actores políticos. Los ciudadanos no sienten una reciprocidad de respuesta a sus problemas cotidianos y lo que ocurre, en consecuencia, es que, en lugar de exigir, se alejan de la política. Es por eso que, uno de los principales retos en esta elección era la posibilidad de generar confianza desde la dirigencia política.
Tablero:
Se ha construido un escenario político fragmentado donde existen más candidatos que identidades políticas. El bajo grado de institucionalización política ha sido una constante en nuestro país, los partidos políticos en Ecuador no han establecido raíces profundas en la sociedad, no tienen vínculos con grupos de la sociedad civil y varios no son consistentes con una posición ideológica. En este nivel de fraccionamiento es muy difícil discernir la oferta, la posición de los candidatos, las propuestas e incluso complicará la gobernabilidad en la Asamblea Nacional.
Los jugadores:
Los partidos no representan simplemente preferencias en cada elección; cada uno tiene una historia y también relación con la estructura social. Dos de los principales conflictos (clivajes) son producto de la revolución industrial: el conflicto entre los intereses de los terratenientes y la clase emergente de empresarios industriales y el conflicto entre propietarios y empleadores, propietarios y trabajadores. Las divisiones de clases son una de las divisiones principales que organiza la política, en muchos países tiene mucho sentido la división Izquierda-Derecha. Pero en América Latina la política rara vez se organiza en términos de clase.
En Ecuador, los partidos políticos no han establecido raíces profundas en la sociedad, no tienen vínculos con grupos corporativistas de la sociedad civil y varios no son consistentes con una posición ideológica determinada. Como resultado, no cuentan con un electorado leal de gran magnitud que apoye las diferentes candidaturas. Sin embargo, hay algunas tendencias mayoritarias que nos ayudan a ubicar a los candidatos:
La fractura que ha ordenado gran parte del conflicto político en la campaña, y que estuvo presente en el debate fue la división: correísmo vs anticorreismo.
El debate presidencial reforzó esta tendencia mayoritaria ya que varios candidatos se refirieron a Correa o plantearon la discusión en términos autoritarismo de Correa vs democracia, hiperpresidencialismo de los últimos 14 años vs derechos humanos. Así mismo en términos de corrupción (devuelvan lo robado) vs honestidad, desarrollo económico vs Venezuela. El marco del candidato Arauz refuerza un espacio en el pasado donde se vivía mejor, la experiencia “saber cómo hacer” vs el desastre actual (partidocracia, reparto).
Segunda fractura:
Intervencionistas vs liberales/ libertarios
Para los liberales, siguiendo a Locke, está claro que la autonomía privada, garantizada por los derechos humanos y el imperio de la ley era lo principal, mientras que los demócratas (y republicanos) siguieron a Rousseau. Esa prioridad debe otorgarse a la autonomía política hecha posible por la auto-legislación democrática. Para los liberales, un gobierno legítimo es aquel que protege la libertad individual y los derechos humanos, de esto se habló mucho en el debate cuando la mayoría de candidatos (Yaku, Lasso, Celi, Carrasco) proponen reducir impuestos como el IVA, el ISD, el ICE, el IR, tasas ambientales, etc.
A pesar de que, y sobre todo después de la crisis de la covid, hay un consenso de que la sociedad requiere un tipo de protección del Estado y que Ecuador es un país con una política tributaria baja en comparación con otros países de la región. La idea de que yo soy libre para consumir, sacar dinero, de que se sale del desempleo a través del emprendimiento individual es una idea profundamente instalada.
En la II Encuesta Nacional de Jóvenes de 2019 los jóvenes ecuatorianos al 2019 asumen que el desarrollo colectivo del país en economía, democracia y educación NO tienen nada que ver con sus perspectivas personales y su futuro. La distinción entre lo personal y colectivo no la hacían en la Encuesta de 2011. La idea de que “Yo soy políticamente capaz de arreglármelas solo”, aprovecha la idea de superación personal y permite al estado, operar a través del autogobierno. Los regímenes de bienestar operan sobre gestión de poblaciones, no sobre el individualismo
Tercera fractura:
Conocimiento popular (lay knowledge) vs experticia/ experiencia de las elites
Algunos candidatos logran oponerse entre quien llega a hablar o decir algo por: 1) la idea populista que privilegia el conocimiento práctico y el sentido común); vs 2) El conocimiento que te da la la experticia o la experiencia, la meritocracia. Es el candidato Yaku Pérez que a través de unas frases, se basa en lo primero y logra una vinculación a lo popular y por eso insiste en la participación de los ciudadanos en las decisiones vía consulta popular. Mientras que candidatos como Romero, Lasso construyen su figura como empresario exitosos, incluso Hervas también se presenta como el emprendedor exitoso que “sabe cómo hacerlo”.
Cuarta fractura:
Posmateriales (lo nuevo) vs lo material (lo viejo)
Las elecciones seccionales del 2019 dejaron una importante lección de cómo se elige representantes en el país, un profundo castigo a las dinastías políticas locales de El Oro, Ambato, Quito. Un castigo “a los políticos de siempre” que se presentan en elecciones una y otra vez.
En el debate de la Cámara de Comercio de Guayaquil y la Universidad Espíritu Santo, Xavier Hervas le dijo a Guillermo Lasso: “Aunque valoro que Guillermo Lasso haya luchado 11 años contra el populismo, es hora de hacerse a un lado para darle espacio a la gente nueva, pues cada vez que pierde, perdemos todos los ecuatorianos”. Dar espacio a lo nuevo, a las nuevas formas de hacer política, a los que no han gobernado ha sido una línea divisoria presente en la campaña presidencial 2021 y en el debate.
Conclusiones
El debate nos deja como saldo una gran cantidad de propuestas inviables, algunas inconstitucionales como la cadena perpetua, propuestas en las cuales no se explica el cómo, i.e vacunación, y propuestas inviables como la reducción de impuestos. Muchas propuestas confunden a las personas y por eso, las fracturas ayudan a simplificar la posición de los candidatos.
La campaña y el debate nos permite ver cuatro fracturas en las cuales los candidatos han tomado postura: la principal es la división entre correísmo vs anticorreísmo, que permite que los candidatos Arauz y Lasso lideren la intención de voto hasta el día de hoy. Fracturas como: pueblo vs elite, lo nuevo vs lo viejo e intervencionismo vs individualismo está presente y puede hacer que algunos candidatos se destaquen del pelotón, como Yaku Pérez, Hervas, Freile, Romero.