La época de los apagones a causa del estiaje en la zona de Paute, como ocurrió en 1992, podría volver. Para evitarlo, la Corporación Eléctrica de Ecuador (Celec) tiene listo un plan, ante una eventual suspensión de operaciones de la hidroeléctrica Coca-Codo Sinclair.
Debido a la erosión en el río Coca, que actualmente se encuentra a 8,9 kilómetros de las obras de captación de la central, podría afectar la infraestructura de la más grande hidroeléctrica del país, que produce 1.500 megavatios de energía.
Si se afecta esta infraestructura, se imposibilitaría el desvío de agua a la tubería y a las turbinas para la generación eléctrica. Solo en 2020 Coca Codo Sinclair aportó el 25% de la energía que necesita el país.
Ecuador tiene una potencia instalada de 8.100 MW, de los cuales 5.310 son de centrales hidroeléctricas y el resto de térmicas y otras. En cambio, la demanda del país es de solo 4.051 MW.
Según informaron las autoridades, el excedente de energía hídrica permitiría cubrir una eventual salida de Coca-Codo, considerando que la central no ha producido nunca a un 100%. Pero el país se quedaría con menos reservas de energía renovable.
La falta de energía o la salida de operaciones porque alguna central se encuentra en estiaje podrían provocar cortes de energía. Algo similar ocurrió durante el gobierno de Sixto Durán Ballén cuando, mediante Decreto Presidencial, se obligó a los ecuatorianos a adelantar una hora en sus relojes para “aprovechar la luz solar” y disminuir el consumo de energía.
Fue la llamada ‘hora de Sixto’, que se aplicó desde el 28 de noviembre de 1992 hasta el 5 de febrero de 1993. Incluso, los estudiantes de todos los niveles educativos estuvieron obligados a iniciar clases a las 06:00 y terminar antes del mediodía.
Para evitar este panorama, Celec inició un plan urgente para recuperar el parque térmico del país, de acuerdo a un reporte de diario El Comercio. Estas centrales funcionan con diésel, gas natural y fuel oil, conocido también como búnker.
Según el gerente de la Celec, Gonzalo Uquillas, está previsto que a finales de este año y principios de 2022, térmicas como Trinitaria, Termoesmeraldas I y II, Santa Elena y Jaramijó estarán recuperadas para generar el respaldo suficiente de energía eléctrica.
El país inició, en la última década, un plan de fuertes inversiones para reemplazar este tipo de plantas, que son costosas y contaminantes, por energía renovable. Con ello, la participación de la energía térmica en toda la producción del país bajó del 36%, en 2012, al 8% el 2020, según el Operador Nacional de Energía (Cenace).