Por: María Eugenia Molina. Ph.D© (Experta en Comunicación Estratégica/Docente Universitaria)
La noticia que con mayor impacto ha irrumpido en la esfera pública durante casi un año y medio es, sin lugar a dudas, la que tiene que ver con la pandemia del Covid-19 y que ha remarcado la importancia que tiene el manejo de la información para la sociedad en momentos en los que la incertidumbre campea y las audiencias requieren contar con precisión, rigor, verificación, contrastación, pero, ante todo, con mensajes comprometidos con la verdad, que lleguen a los lugares a los que ni siquiera lo hace el Estado; pero, que esa tarea sea tratada con ética y responsabilidad, dando el menor espacio posible a las peligrosas y, cada vez más divulgadas, noticias falsas, que en contextos de crisis, se convierten en una bomba de tiempo.
Desde cuando se decretó el confinamiento obligatorio en el país hasta la fecha actual, cuando varias de las actividades laborales y estudiantiles se realizan de modo virtual y otras han dejado de hacerse, un gran número de personas pasan muchas más horas que antes en sus casas, ello sumado a la imperiosa necesidad de contar con información permanente y actualizada, llevó a los públicos a consumir de forma intensa los medios, tanto tradicionales como emergentes.
Es notorio el cambio en cuanto al tiempo de consumo de televisión en todos los rangos de edad, siendo los espacios informativos los que más han llamado la atención, pero tales, sobre todo los medios offline no han estado preparados para comprender esta avidez de la gente por informarse, a la par de ello, los principales proveedores de noticias que son las autoridades, sobre todo las del Estado central, tampoco han proporcionado explicaciones claras y aportantes que estén acordes a las urgencias de la población, que ha sido la más afectada, sobre todo, quienes encuentran en la brecha digital, un cerrojo difícil de traspasar.
Durante la pandemia, todos nos hemos encontrado con problemas al enfrentarnos a escenarios digitales que para muchos han sido totalmente novedosos, así como medios tradicionales que no han llenado las expectativas de las audiencias, de allí que, lograr informar adecuadamente, llegando a los destinatarios con claridad, se ha vuelto un desafío en el que se debe trabajar conjuntamente entre las autoridades, los medios, la academia, pues en momentos de crisis, contar con medios que se vuelvan un verdadero aporte a la población, es un insumo de trascendencia, proveer información de calidad tiene que convertirse en el deber ser de los medios y para ello tienen que estar preparados.
“En el tratamiento informativo se descubre la línea informativa y editorial de cada medio, los medios son vehículos privilegiados de construcción de consenso o disenso, y a través de sus dinámicas informativas construyen *realidades* y se construyen a sí mismos frente a la sociedad” (Vichique, 2016).
Es plausible la presencia e irrupción de varios medios online que, a pesar de las propias limitaciones de recursos y de la pandemia en sí, hacen esfuerzos por informar y generar opinión pública, buscando proporcionar información plural y confiable, como es loable el trabajo de colegas que diariamente arriesgan e inclusive, han ofrendado sus vidas en búsqueda de la noticia; de allí que, todos quienes estamos inmersos en la labor de la comunicación, que no solo se circunscribe a los medios, sino a un universo mucho más amplio, tenemos que estar preparados para aportar, desde un marco referencial que debe estar basado en políticas públicas de comunicación estatal para beneficio de la población.
No ver a la comunicación y a los medios como aliados para apoyar en la tarea de informar a la población, es un desatino y, una falta de previsión frente a gestionar la crisis por la que transitamos y otras que vendrán, no se puede olvidar que en situaciones de emergencia la escasez informativa es un factor de debilidad, tanto para las instituciones como para los ciudadanos.