Por: María Eugenia Molina
A estas alturas del período para el que fueron elegidas, existen autoridades que todavía no asumen, o no terminan de entender, la importancia que tiene la comunicación, como uno de los ejes centrales de su gestión, tomando en cuenta que, para lograr consolidar un gobierno en sintonía con la población, es necesario comunicar y hacerlo bien.
Cuando la imagen y la credibilidad de los mandatarios caen a cifras que no tienen precedentes, como lo han mostrado varias empresas que se dedican a realizar medición sobre imagen, credibilidad, influencia, entre otros factores; cabe preguntarse de qué manera es posible gobernar sin contar con la aprobación mayoritaria de su pueblo, y,lo que, es más, si a quienes ostentan el poder les interesa esa realidad, o lo toman como un detalle menor.
Parece que poco o nada importan en los estamentos gubernamentales, estos sentires de la población, tal vez, porque no se asume que la imagen política es una construcción que parte desde el significado etimológico de la comunicación -poner en común- y que se robustece con políticas, estrategias, tácticas y acciones encaminadas a trabajar de modo congruente el discurso con la gestión, donde el valor de la comunicación esté, precisamente, en desarrollar políticas pensadas para la gente.
Cuando no hay esta coherencia, no es posible construir imagen positiva, sencillamente, porque para que ella permanezca en el recordatorio de las personas, es imperativo tener consonancia en los niveles político-comunicacional e instrumental-operativo, con el objetivo de servir a la población, que es a quien se deben, máxime en tiempos tan difíciles como los que se viven, en medio de esta crisis; si hay un desfase entre estos elementos o no se ha podido permear en los stakeholders con mensajes certeros, es claro que los resultados serán de desaprobación y rechazo popular.
En situaciones en las que las autoridades no guardan sindéresis entre lo que dicen y lo que hacen, buscan justificar lo injustificable pretendiendoencontrar excusas y alegar que sus expresiones han sido sacadas de contexto o minimizando equivocaciones y declaraciones desatinadas y hasta imprudentes, no es difícil notar que el manejo de lacomunicación no es uno de los puntos de interés trascendental en el régimen, frente a ello, tampoco es demasiado complicado concluir que, el resultado de tales acciones, sea la reprobación mayoritaria de los públicos.
Es de vital importancia señalar que, gestionar imagen pública y proyectar liderazgo, no es performar la realidad desde una visión parcializada de los círculos de poder, no es tampoco, cuestión de enviar mensajes unidireccionales o hacer refrescamiento de logos institucionales; se trata de generar procesos integrales e integradores de compromiso con la gente y proporcionarle certezas y seguridad, si no se trabaja en esa línea, de poco servirá cambiar únicamente las formas.