Cuesta tener que empezar esta columna recordando un detalle que debería estar claro para todos: el árbitro y su equipo representan la autoridad dentro del campo de juego. No cabe poner en duda esa autoridad con relatividades. El irrespeto al árbitro es poner en duda su autoridad y aquello, según manda el reglamento, es sujeto de sanción.
Tras leer esto, me parece que es más sencillo entender lo que sucedió con Pedro Pablo Perlaza. El jugador de Liga faltó al respeto al juez, hecho que pasó inadvertido y que solamente la transmisión del partido detectó. ¿Cabe sancionar? Es lo obvio, así no conste en el informe del partido. Perlaza fue beneficiado, ya que la falta de norma para castigar tal hecho no registrado en el atestado del encuentro obligó a recurrir al reglamento de la Conmebol, que apenas lo dejará fuera un partido.
¿Puede alguien garantizar, certificar, ratificar que Perlaza recibió un insulto del cuarto juez? En este rubro, leo y escucho a varios poniendo por delante sus deseos y aspiraciones antes que la objetividad cruda de los hechos. ¿Hubo términos racistas contra el jugador por parte de este miembro del grupo arbitral? Pues, si eso es verdad, que lo expulsen del fútbol. Pero no fue así, o al menos nadie puede comprobarlo fehacientemente.
Perlaza se disculpó y es lo correcto. Y, más allá de nombres propios de jugador y club, recalco que el árbitro es la máxima autoridad del cotejo. Que sea el lado más débil de la cuerda, que los periodistas le boten la responsabilidad de todo lo que en realidad es imputable a la incapacidad de directivos, técnicos y jugadores, es otra cosa. La madurez de un medio futbolístico está muy relacionada con el trato que reciben los jueces.
Charles Vélez fue captado, fuera del estadio Jocay pero dentro de la transmisión del partido, haciendo un fuck you con el dedo medio enhiesto. Al jugador de Delfín le correspondió pagar con cuatro partidos esta falta. ¿Es más grave un dedo medio al aire que faltarle el respeto al árbitro? Lo es, dado el tratamiento sancionatorio. A Vélez sí hubo forma de castigarlo con reglamentos propios de la Liga Pro. ¿Es justicia aquella que no guarda proporción entre las penas? No es justicia. Es, a lo sumo, un amasijo de normas que están ahí para aplicarse de forma que Dios provea.